Rueda la peonza orgullosa de su panza monda y lironda.
Rueda oronda
gracias a la mano caprichosa
que escogió al azar
un lapso de la Historia
para darle vida.
Rueda alegre y desprevenida,
bailando consigo misma
el breve canto de la mariposa.
Rueda sin memoria del día
en que yacía inerte,
cual idea fenecida.
Rueda celebrando su victoria,
sin saber que su aventura
es ya una despedida.
Rueda henchida cual velamen
preñado por el viento,
hasta que el tiempo la posa
y por fin cae vencida.