Nunca llueve a gusto de todos y los momentos de máximo placer de unos pueden ser un suplicio para otros. El ejemplo perfecto se vive estos días en un edificio del centro de Vigo: un grupo de habitantes de un inmueble se han unido para, nota mediante, pedirle a una vecina que reduzca los "decibelios emanados" cuando practica sexo.

Al más puro estilo La que se avecina, los vecinos de "esta (nuestra) Comunidad", le reclaman a la mujer que no les haga "partícipes del derroche de placer" de su intensa vida sexual. Eso sí, no dejan de transmitirle sus "sinceras felicitaciones" por la misma.