Según la derecha una cosa y la contraria.

Durante años proclamaron que es una institución muy seria que los cónyuges deben ejercer corresponsablemente entre sí y con la administración pública que les da beneficios a cambio. Por ello negaban el acceso al mismo a los "casquivanos hedonistas" homosexuales para los cuales debía reservarse, como mucho, el emparejamiento carnal sin reconocimiento del Estado.

Pero cuando la ministra de Sanidad debe asumir los compromisos administrativos matrimoniales entonces pareciera como si su marido, Jesús Sepúlveda, fuese una persona que en la vida de Ana Mato no tiene más trascendencia que el jardinero de la urbanización y que ella no tenía por qué saber lo que hacía ni en el propio domicilio conyugal.

Vuelve a ser rarísimo el matrimonio cuando saltan a la palestra los problemas de la dirigente política de IU, Tania Sánchez, novia de Pablo Iglesias. Estatus de "novia" que para la derecha ahora resulta que es más matrimonio que el propio matrimonio, como si sus "fornicaciones" se produjeran delante del mismísimo Papa, porque le exigen a él que sea corresponsable de los errores cometidos por ella ¡fuera del domicilio de coyunda carnal y cuando ni siquiera se conocían!

Pues eso, que cuando le conviene a esta derechona, le dan portazo a quienes no les interesa que compartan con ellos los privilegios matrimoniales y cuando les conviene hasta los no casados tienen que entrar por la fuerza en las obligaciones de la institución, ¡con carácter retroactivo! Menuda panda de facinerosos.