Diversas opiniones se han vertido sobre la noticia de que casi el 20% de los parados reconoce haber trabajado cobrando en B, como si todo esto fuese aún motivo de asombro e indignación. Pero la cuestión es que no parece quedarse ahí, ya que casi la mitad de los encuestados que no ha recibido ingreso -en negro- estaría más que dispuesto a ser remunerado de esta manera. ¿No era España ese país donde se premiaba al pillo por su audacia y no al hombre honesto? ¿Acaso el ejemplo por parte de nuestros políticos es el más adecuado a seguir? Ya lo decía el maestro Unamuno y su pandereta nacional.

Cuando uno realiza una tarea nos encontramos con dos factores que intervienen en la función, el que realiza el trabajo y el que lo encomienda. Y es ahí donde encuentro información y no opinión, ya que parecemos obviar que dos de cada tres encuestados que han cobrado en B alega que las empresas solo le han ofrecido esta opción. ¿Qué hacer cuando la presión de la falta de abastecimiento de las necesidades fundamentales ahonda en la herida? ¿Cuando tus hijos creen que has bajado a comprar pan y tú sabes que no hay dinero para hacerlo? Puede que tu honestidad y la lealtad hacia tus valores miren hacia otro lado, pero eso sí, acompañados de los del empresario que te ha ofrecido ese dinero como única opción a que puedas trabajar.

Todos sabemos que cuando una persona invierte sus ahorros o herencias en poner en marcha un negocio de cualquier índole de forma paralela camina el sustento de sus empleados y sus familias, los cuales parecen obligados a rendir pleitesía y admitir ser tan indispensables como prescindibles según sople o no el viento a favor. Pero resulta tremendamente mezquino aprovecharse de la desesperada situación de los parados para ponerles la soga al cuello e intentar que encaucen tu empresa por el buen camino aún a sabiendas de que las condiciones ofrecidas no resultan ni propicias ni justas.

Ya no sorprende ver cómo los negocios cambian las fachadas, de decoración, se modernizan y mejoran sus instalaciones, e incluso aumentan su volumen de empresa. Las estadísticas afirman que sigue perdiendo el lado débil, ya saben, los de siempre.

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