Como una desesperada que todo lo desbarata se mostró Esperanza Aguirre en la rueda de prensa que ella misma convocaba. Sometida a tremendos arrebatos que le hacían pronunciar despropósitos inconcebibles en personas educadas y cuerdas. Por su insensatez, a la que fue arrastrada por la rabia y furia incontenidas que le produjeron tanto la posibilidad de la señora Carmena como alcaldesa, como también la de su desaparición, inutilizada ya, del espectro político, al creerse desde antiguo el ama y señora de Madrid, y a perpetuo, y a la búsqueda en ese triunfo en la capital, de postularse para las generales dentro de cuatro años. Acorralada, salía a las seis de la tarde a dar esa rueda de prensa en la que hizo el ridículo más espantoso, al tiempo que puso de manifiesto lo despreciable de su naturaleza. Se pelean y se despellejan como lobos hambrientos en busca de la permanencia en sus cargos, y a la consecución de otros mayores y ambicionados sin medida. Nada les importa la voluntad diversificada del electorado. Convierten los comicios en algo detestable, reflejado en ese tipo de enfrentamientos sin el mínimo respeto por un electorado de tal manera despreciado, y únicamente utilizado en sus propios intereses. Esperanza Aguirre sírvanos como paradigma de tales naturalezas y comportamientos. Y que no se olvide toda esta pléyade de arribistas de que como dice el refrán: "Las casas de servir no son bienes de heredar". Y los cargos públicos son solo servidores de la empresa común, y que por lo tanto no están para heredarse ni perpetuarse. De tal manera, debieran pensar esas gentes metidas a políticos, y tener más consideración por los cargos que temporalmente ocupan, asumiendo y respetando a quienes los han colocado allí. En A Taberna do Croio, créanme, no damos crédito a tanto disparate, propio de enfermos contagiados por el virus de la soberbia y la codicia. ¡Afuera con todos y todas ellas! ¡Nos tienen hartos y decepcionados! Con el fanal del filósofo busquemos a otros y a otras dentro de la decencia, la proporción, el equilibrio, y el respeto necesarios.

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