Los últimos datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) nos tienen que producir una sensación de optimismo contenido, ya que casi todos los parámetros de la misma son de signo positivo. Así, el número de parados ha disminuido en unas 300.000 personas, se han creado 400.000 puestos de trabajo y el paro disminuye en todas las comunidades autónomas.

Ante semejante buena noticia, no nos queda más que felicitar al Gobierno por haber sido capaz, con todas las medidas y reformas llevadas a cabo en nuestro país en los últimos cuatro años, de que los grandes empresarios, los autónomos y los pequeños comerciantes hayan sido capaces de mejorar la situación del paro en España.

Tan cierto como lo anteriormente expuesto es que las grandes y muchas de las medianas empresas en España han logrado importantes beneficios en estos últimos tiempos. Ya no digamos las entidades financieras, que se encargan constantemente de informarnos, a través de los medios de comunicación, del incremento que se ha producido en sus beneficios en el último trimestre. Siendo los hechos tal y como acabo de describir, creo que sería oportuno que por parte de esas empresas restituyesen a sus trabajadores aquellas reducciones salariales que les habían obligado a aceptar ante la situación de grave crisis que padecíamos; así como que esos mismos trabajadores puedan disfrutar de las prestaciones sociales que, tras largos y penosos años de lucha sindical, habían conseguido. Considero que no es algo extraordinario lo que aquí reclamo para los trabajadores, si no que es seguir con las pautas señaladas por nuestro presidente del Gobierno, reduciéndonos el IRPF en este mes, cuando era una medida pensada para el año 2016, y ello porque "la situación económica de España es tan buena, que nos podemos permitir esas rebajas". Lo mismo deben hacer los empresarios, al fin y al cabo es devolver a los trabajadores lo que en su día se les ha quitado, o que ellos mismos, los trabajadores, han tenido que renunciar a esos derechos si querían seguir trabajando, aunque fuese en condiciones mucho peores de las que poseían.

No quiero extenderme en algo que seguramente todos los comentaristas objetivos dirán estos días; la calidad de los puestos de trabajo creados, su temporalidad, su precariedad, su remuneración, o la jornada a realizar por el sueldo que se les abona, que en muchas ocasiones nada tiene que ver con lo que figura en la propia nómina. No, no quiero hablar de ello, pero sí manifestar que el gran incremento de esos miles de puestos de trabajo son fundamentalmente en el sector servicios. Evidentemente todos sabemos que con motivo de la época estival el número de contrataciones temporales de camareros, cocineros, limpiadores o ayudantes de cocina se incrementa, y máxime este año, que ayudados por todo lo que está ocurriendo en una buena parte de los países del Mediterráneo, los turistas toman la decisión de venir a España, a gozar de nuestra excelente gastronomía, sol y servicios baratos y de calidad.

Lo triste de todo este cuento es que el número de hogares sin ningún tipo de ingresos en nuestro país se incrementó con respecto a lo que existía en el año 2011 (cuando llegó Rajoy), lo mismo que el número de hogares en los que las personas que los integran están todas ellas en situación de paro, y ya no digamos de las personas dadas de alta en la Seguridad Social, en la que todavía estamos a más de tres millones de los que había de alta cuando empezó esta crisis.

Está claro que para los políticos que ostentan el poder, o para su camarilla de aduladores, los datos son excelentes, pero yo les diría que no piensen tanto en las próximas elecciones, tal y como hizo el Sr. Rajoy en Europa, cuando exigió que no se le concediese la quita a Grecia, lo mismo que Portugal e Irlanda, porque "sería malo para el resultado de las próximas elecciones que se van a celebrar en estos países".

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