(Carta abierta al señor delegado del Gobierno de A Coruña) Señor delegado del Gobierno, tengo que decirle que el pasado día 28 de julio por la noche estando en la plaza de Pontevedra, esquina Juana de Vega, me sentí durante unos instantes acorralado por ese exceso de celo que ve cómo se malgastan nuestros impuestos en controles fuera de lugar o cuando menos perturbadores, dadas las circunstancias. Pero mire usted... mejor lo cuento. Era tarde y había estado lloviznando por lo que yo me había refugiado en la parada del autobús sita en la plaza de Pontevedra (esquina Juana de Vega) bajo cuya maquesina estuve un tiempo. En un momento dado soy consciente de un vehículo policial en dirección a San Andrés que se para. Se me observa durante un rato. Luego gira y viene a mi encuentro situándose sobre la acera. Me pregunta uno de los agentes si hacía un rato yo me encontraba en la estación de Renfe a lo que contesté afirmativamente: que estuve en el recinto externo dado que todo lo demás estaba cerrado por lo que tomé mi bicicleta y marché. Reflexiono sobre la pregunta porque el vehículo de la policía y los dos agentes es el mismo que se encontraba en el recinto de la estación. Intentando adivinar el sentido oculto de aquel interrogatorio el agente hace mención ahora a si he tenido un altercado con el vigilante de seguridad de dicha estación, cosa improbable que los propios agentes han podido comprobar porque en ningún momento estuve fuera de su campo visual. Aún así se me insinúa... y acto seguido se me pide la documentación para una identificación en toda regla, con resultado negativo. No hacen falta excesivas luces, señor delegado del Gobierno, para darse cuenta de que estamos ante una práctica propia de la nueva ley mordaza que llama nuestra atención sobre la argucia de crear una confusión que, aún faltando a la verdad o intentando tergiversarla pretende colocar sobre el ciudadano un brazalete: el de culpable. Lo que justificaría quizá el sentido oculto de aquel molesto interrogatorio por una simple identificación.

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