Es la famosa frase del humanista Juan de Valdés, que quería huir de la afectación en la escritura de sus contemporáneos. Nos dice, en su Diálogo de la lengua: "Escribo como hablo; solamente tengo cuidado de usar vocablos que signifiquen bien lo que quiero decir".

Mucho se ha dicho sobre el descuido en la expresión, tanto oral como escrita, de gran parte de la población (mayoritariamente joven), en este siglo XXI, cibernético y global. Aunque esto ha sucedido siempre hoy en día es algo alarmante, diría yo. Internet y las redes sociales, más concretamente, tan beneficiosas para la comunicación de las masas, nos han traído -basándose en un mal entendido concepto de lo sintético, de lo instantáneo- una sucesión de frases incoherentes y exabruptos lingüísticos por doquier, que hieren mi sensibilidad.

¿Cuál o cuáles son las soluciones? Creo que ayudaría mucho el potenciar la escritura hecha a mano, con bolígrafo o lápiz. Así, se pensaría más en cómo plasmar los pensamientos y cómo redactarlos, sin ningún corrector automático, con el diccionario de siempre, cerca de nosotros.

Por otro lado, los medios de comunicación, como la televisión, la radio o la prensa, deberían cuidar más, no solo lo que dicen, sino cómo lo dicen; una información mal escrita puede tener el efecto contrario al deseado: en vez de impactarnos o emocionarnos, nos puede hacer sonreír , incluso carcajearnos (lo cual es penoso).

No pretendo decir que todo el mundo tenga que ser un literato. Parafraseando a Valdés, cada uno debe buscar en su propio acervo cultural la manera de transmitir mejor su pensamiento o ideas, seleccionando las palabras más adecuadas para ello. De este modo, en mi opinión, no habría tantos malentendidos y controversias por lo que alguien quiso decir y no logró que se entendiera y, en definitiva, construiríamos una sociedad mejor, entre todos.