Viendo las imágenes que muestran las distintas cadenas de televisión en nuestro país desde hace al menos un par de años, me sorprende que en los países llamados "avanzados", "de primera línea", "desarrollados", etc., sus dirigentes políticos sigan reuniéndose de vez en cuando sin obtener una solución al drama que se contempla en las citadas imágenes, con cientos de personas agolpadas en simples lanchas de goma, cayucos, o barcos -por llamarles de alguna manera- que en todos los casos no ofrecen las más mínimas condiciones de seguridad, por lo que se produce la muerte de cientos de seres humanos, sin distinción de sexo, edad o raza.

Si lo anterior ocurre fundamentalmente en el mar Mediterráneo, no es menos patético ver las filas de personas caminando por medio de bosques, carreteras y caminos secundarios, o siguiendo las vías del ferrocarril, que los conduzca a un territorio donde puedan vivir como personas que son. Estos son en su mayoría refugiados, es decir, personas que tienen miedo de ser perseguidas por alguna cuestión de raza, religión, o nacionalidad, o por ser miembro de un grupo social determinado, o por tener una opción política particular, y se encuentran obligadas a emigrar de su país en busca de refugio.

Las imágenes de estos refugiados me recuerda aquellas otras que, pese a ser tantas veces vistas, no por ello me dejan de impactar cada vez que tengo ocasión de contemplarlas. Me refiero concretamente a las de nuestros compatriotas españoles que, con motivo del final de la Guerra Civil, se trasladaban a Francia para encontrar refugio y un respeto a los derechos humanos que en su país se les negaba por ser de una idea política distinta a los vencedores. Aquellos paisanos nuestros que iban a buscar refugio al país vecino formaban hileras kilométricas compartiendo lo poco que eran capaces de transportar. Todos ellos se esparcieron por toda Europa, y en su gran mayoría fueron asistidos por la solidaridad de los ciudadanos de aquellos países donde fijaban su residencia.

Otras de las imágenes que me vienen a la memoria, cuando veo lo que está sucediendo en este continente llamado Europa, son aquellas de los miles y miles de judíos que escapaban de la barbarie llevada a cabo fundamentalmente por las organizaciones militares del III Reich.

Nunca creí que esas imágenes se volvieran a repetir en mi vida. Estaba convencido que ya habíamos llegado a un nivel de solidaridad, comprensión, humanidad, y fe cristiana que jamás se volverían a repetir aquellas situaciones de tanta deshumanización. Sobre todo porque los partidos políticos que hoy gobiernan la Unión Europea, así como la inmensa mayoría de los países que la componen, constantemente echan mano de su cristianismo ramplón y oportunista para pedir el voto en las distintas confrontaciones electorales.

A día de hoy, el problema es más grave que hace un par de años, por lo que ello quiere decir que los dirigentes políticos que nos gobiernan han sido incapaces, ya no de buscar una solución, sino tan siquiera de ponerse de acuerdo para establecer una política común, para que este flujo de miles y miles de refugiados que escapan de la barbarie que se lleva a cabo en sus países de origen dejen de producirse. Si son incapaces de solucionar los problemas de los ciudadanos, ¡que se vayan!

Todos somos conscientes de que las sublevaciones dentro de un país se producen porque hay alguien que a la oposición al gobierno ejerciente le facilita las armas correspondientes de manera clandestina. ¿Algún día sabremos el volumen de negocio que se mueve con esa venta de armas, y qué países lo consienten mirando para otro lado? Seguro que eso nunca lo vamos a saber, los "mercados" no nos lo permitirán.

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