Existe una cadena de tiendas que todos conocemos y a la que hemos acudido más de una vez a inspirarnos para leer una novela, conocer las últimas novedades del sector tecnológico e incluso a comprar un teléfono móvil, porque asegura tener "el precio mínimo garantizado".

Y puede ser que compres un terminal sin estrechar relación con ninguna compañía de telefonía móvil, pero contraes una relación con la cadena de moda que te saldrá seguramente más cara que los 24 meses de permanencia.

Compras el terminal, te venden un seguro contra roturas de pantalla -"algo típico que puede pasar de la manera más tonta", te dicen- y te garantizan que en un máximo de 10 días hábiles tendrás tu teléfono arreglado o reemplazado por otro.

El problema viene cuando la gestión dura más de tres meses, no hay una solución definitiva, y además, garantizan respuestas que acaban por ser genéricas: "Estimado asegurado?", cuando hoy en día un teléfono móvil, en muchos casos, es un instrumento de trabajo.

Ese es el momento en que maldices la estafa a la que te ves sometido y te arrepientes de haber querido huir de los 24 meses de permanencia, ¿al final qué relación es más cara?

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