Domingos Merino lo es y no lo digo yo, lo ha dicho solapadamente su pareja.

Hasta ahora sólo me quedaba, buscando un referente entre los "honorables" coruñeses, remitirme al franquista Alfonso Molina e ilusionarme con que no hubiese sido especialmente cruel con sus semejantes, como sí lo fueron tantos afectos al régimen locales.

¿Y ahora que se ha hecho público que el primer alcalde de la democracia coruñesa era gay, acaso debo callármelo y hacer como si no lo hubiese escuchado y volver a la matraca del activismo LGTBI: "nos faltan referentes"?

Pues no. Toca lucir glorias e invocar más "salidas del armario". Toca echar el resto para recuperar la memoria histórica más discriminada de todas las memorias históricas: la de los homosexuales en dictadura y democracia.

Antonio Campos Romay recuerda en LA OPINIÓN del 20 de abril de 2014 que Merino "sufrió una operación de acoso y derribo durante su mandato con anécdotas, calumnias y aspectos de su vida que eran mezquinas". Antes de esta declaración ya yo tenía la de un amigo que fue testigo de cómo su condición sexual se veía constantemente esgrimida como argumento para amenazas veladas. Sin lugar a dudas Merino fue víctima de la homofobia de los caciques coruñeses.

Le he pedido al Gobierno de Marea Atlántica que para la venidera celebración del noviembre LGTBI coruñés se tome su figura (y a ser posible su persona física) como puntal de un acto de resarcimiento y recuperación de su memoria y la de tantos homosexuales coruñeses. Si se plantease con ambición lo mismo sumarían al escritor Manolo Rivas para ser depositario de las narraciones que nuestros ancianos gais y lesbianas quieran impedir que se pierdan.

Para eso necesitamos personas LGTBI valientes y no resignadas que anhelen transformar su vergüenza en dignidad, algo en lo que, lamentablemente, no se nos ha lucido el pelo a los gallegos. Lean esta carta como un reto y hagan saber al Ayuntamiento de Coruña que desean ese acto; de no ser así, ¡qué fácil les pondremos desestimarlo!

Sería de desear que Xulio Ferreiro, que lo invocó en su investidura, lo presidiese en unas semanas (en la celebración del Orgullo Gay no se le vio el pelo) y que, tiempo después, también pudiese presentar un libro de historias de coruñeses hasta ahora condenadas al ostracismo.

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