"Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos guardan mi alma". Esa es la canción que podría susurrarnos la Alcaldía oficial del Ayuntamiento de A Coruña en cada ocasión que recibimos desde embajadores, ministros, jefes de estado y demás personalidades del mundo de la cultura o de otros ámbitos. Pues la presiden cuatro angelitos: Martínez Anido, Primo de Rivera, Calvo Sotelo y el general Mario Muslera. No voy a perder ni un segundo hablando de estos personajes. Ah, ¿pero no había una ley de la memoria histórica?

Yo el otro día asistí a un pretendido homenaje a todas las víctimas y a todos los que padecieron la represión. Parecía un punto de partida para colocar las cosas en su sitio. El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla. ¿Pero realmente se puede caminar por esa senda cuando el propio Ayuntamiento olvida revolver en sus armarios? ¿No se debería haber comenzado por uno mismo? Intramuros. Nos anunciaron que habían retirado la denuncia que figuraba contra el propio Ayuntamiento por la vulneración de la ley de memoria histórica. Y se habló del Ateneo Republicano, una comisión de la memoria histórica, historiadores (debe ser lo mismo ser licenciado en historia que historiador, ¿pero realmente a qué se dedican estos señores? ¿Están conformes con su trabajo? ¿Están conformes quienes los nombraron o los mantienen? ¿Se puede retirar una denuncia de este tipo con esos mimbres? Bueno, supongo que sí. De hecho ahí está. Otra curiosidad, resulta que no hay a disposición del público en general ni un solo ejemplar de A pegada dos avós en ninguna biblioteca municipal; como saben ustedes, interesantísimo trabajo que realizan unos adolescentes del IES Adormideras sobre la historia de la generación que vivió el golpe franquista, eso que es apta para todos los públicos. Será que no aparece nadie de la "comisión".

No sé qué más puedo decir. Realmente estoy abochornado y molesto. Solo quiero rendir un homenaje a mi tío-abuelo Manuel Harto López, fusilado en Curtis, y a Pedro Fernández Fariña, tío de mi vecino, Antonio Rey Rodríguez, de 86 años, igualmente fusilado. Y no, no comulgamos con ruedas de molino.

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