Que buenos recuerdos para nuestra ciudad, el Día de las Fuerzas Armadas de aquel octubre de hace veintitantos años. Quince días antes del evento, familiares y amigos de unos tres mil soldados tomaron nuestra ciudad de vacaciones. Pequeños y medianos empresarios, sobre todo hosteleros, hicimos el agosto con el bullicio diurno y la fiesta nocturna. A Coruña, como siempre, fue la ciudad en la que nadie es forastero.

Nada que ver con el que vendría años después, para el que Paco Vázquez había preparado su propia fiesta. Un alto mando policial me contó que el Rey, al verlo con cara de circunstancias, le preguntó qué le preocupaba. "Esta parafernalia, Majestad", le respondió, en alusión al tenderete montado por el entonces alcalde en la Coraza. "Si tuviésemos un atentado, esto sería el caos", añadió el jefe policial. "Es cosa de Paco", le dijo el Rey. Paco había preparado el desfile más corto de la historia -menos dinero para la ciudad- para poder disfrutar más horas con su círculo de familiares y amigos en la fiesta del Palacio Municipal y presumir de cercanía al Rey. Por eso eligió para el desfile un enclave que preocupaba a los responsables de seguridad, sin material bélico pesado ni demás elementos espectaculares de estos eventos, porque el pavimento del paseo no lo resistiría.

"Yo ya soy historia de esta ciudad", dijo. Yo diría que más bien es solo un periódico de ayer, solo eso.

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