Siento vergüenza como ciudadano de la mal llamada Unión Europea. Siento vergüenza ante el comportamiento de los países de esta unión que acaban de mostrar su cara viéndose claramente que son siervos de los bancos y del capital financiero internacional (alguien dijo en cierta ocasión que los banqueros modernos son como los piratas antiguos pero sin el romanticismo de aquellos). De cómo pasaron por encima de los ciudadanos griego pisando sus derechos y su voluntad expresada en las urnas. De lo que está haciendo estos gerifaltes con la riada de gente que escapa de la guerra de Siria cuando el derecho asilo está reconocido internacionalmente. Qué más da. Esta gente no da dividendos y aunque se muera de hambre les da lo mismo. ¡Vivan los derechos humanos! Como si estas personas hubieran provocado la guerra de la que escapan habiendo de arrastrarse por los caminos de Europa sin un plato de comida que dar a sus hijos. Como si la culpa fuera de ellos.

Siento vergüenza de ver cómo hay ciudadanos que se adelantan a sus gobiernos y piden que se pongan más alambradas y concertinas.

Siento vergüenza de esta Europa que tira la piedra y esconde la mano. Sino veamos: ¿Quién empezó las guerras? ¿Qué problema había con Siria? Primero fue Afganistán, luego Irak. Países ambos que aún siguen en guerra después de sus correspondientes invasiones. Es bien cierto que el régimen de Al Assad era autoritario y que había que desprenderse de él ya que era un obstáculo para los planes de Occidente tomando las medidas oportunas. Y vaya que las tomaron. Recordemos las palabras del coronel Pedro Baños, buen conocedor de esa guerra, el cual decía que la idea era hacer un ejército sunita islámico que acabase con el ejército chiíta de Siria. Este es el origen del actual ejército islámico, por lo que Occidente tiene tanta culpa como EEUU. (Ahora el ministro español de AAEE nos dice que hay que hablar con Al Assad). Genial. De pena.

Me avergüenzo de esta Europa de la cual pensaba, ingenuo de mí, que era la fiesta de las culturas y de los ciudadanos libres. Qué triste. Como decía el poeta Pablo de Águila: "Entonces reflexiono acerca de estas ansias homicidas que desde hace algún tiempo me persiguen, sin quedarme luego, sin saber qué decir -o sabiendo que hacer- pero como intentando encontrar algún camino, dar salida a la rabia y poner a sabiendas mi granito de arena frente a tanta miseria frente a tantas muertes como el orden que vivo me depara".

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