Esta carta llega a una sociedad que I.Kant describiría como "acervo de irracionalidad crítica". Esta idea no es tan descabellada, al contrario, constituye una hipótesis verosímil ante la observación de nuestra sociedad.

"Todo ha sido discutido, analizado, removido?" comentaba D'Alembert refiriéndose a su atinente comunidad del afamado "siglo de las luces". Pues esta afirmación provoca cierto desentono si se sirve de ella para referirse al mundo contemporáneo.

La libertad de pensamiento y opinión son constantes que se ansían en los últimos años. Ahora bien, aquí surge el dilema: ¿Hemos sabido hacer uso de dichas libertades o estamos ante una carrera desenfrenada que tiene como meta la transgresión de los estereotipos de la sociedad?, ¿estamos haciendo uso del raciocinio o el objetivo es únicamente ir en sentido contrario?

Dichas cuestiones están íntimamente relacionadas con los recientes resultados del histórico 20-D. Ya que, votar con criterio es dejar de lado los impulsos emocionales y tratar de encontrar una razón para decantarse por un candidato, aunque como decía Indro Montanelli haya que "taparse la nariz". Votar con criterio es votar sin basarse en una corazonada, sea por adhesión emocional o por la influencia del entorno social. En España, hay una tendencia desmesurada al voto emocional, y los partidos tratan de estimular la vena emocional de los ciudadanos.

Todo esto se remonta a una cuestión: ¿Nos estamos convirtiendo en marionetas movidas por hilos y nudos, que representan las influencias que los más frikis ejercen sobre nosotros cultivando exclusivamente la vía emocional y centrándose en descalificar e insultar a sus adversarios?

Si no resolvemos estas incógnitas constantes, podrían convertirse en una piedra en nuestros zapatos.

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