¡Qué descompuesto está este país! Pregunto: ¿con qué contamos en el mismo ante la situación insólita, descabellada y absurda que estamos viviendo? Nada. Solamente muchos despropósitos por un grupo de personajes inmaduros, con una total carencia de personalidad, actitudes infantiles, y mucha verborrea fácil que no conduce a parte alguna. Enfrente de mi vivienda tengo un monte que responde al nombre de San Pedro. Pues bien. En ese gran monte hay de todo lo que se pueda ambicionar para que el transeúnte, tras andar el camino que conduce al mismo, pueda pasar un día agradable y placentero. Incluso han puesto un laberinto en el que perderte si te metes en él...

Eso, exactamente, es lo que estamos viviendo los españoles. Unos meses laberínticos en los que no vemos salida alguna a la situación que se nos presenta. Y ya puestos a recordar tiempos del pasado, se me ocurre trasladarme a mis días infantiles cuando jugábamos en el barrio todo tipo de juegos. Y claro, no podían dejar de presentarse los enfados y las riñas entre los chavales de la banda. Era entonces, cuando unos a otros y dando un fuerte empujón, se decía: "no te ajunto, ni quiero jugar contigo". Pues eso. No puedo dejar de irme a esos tiempos de juegos infantiles viendo lo que veo por parte de todos estos señores políticos en los que en su día hemos depositado nuestra confianza y los hemos premiado con el consabido voto con la esperanza de que las cosas cambiaran para bien y se solucionasen muchos de los problemas que padecemos. Creo que hay algo, entre muchas cosas, que puede hacerte pupa por dentro y producir pellizco en el corazón: Decepción. Confiar en algo o alguien, y que a la hora de la verdad esa esperanzada confianza se trunque y se quede reducida a una gran desilusión. Además de estar desilusionada, siento mucha vergüenza por todo lo que está aconteciendo y sin vías, por el momento, de solución alguna. Detrás de toda esta historia, hay mucha ambición encubierta por parte de todos ellos. No se puede negar.

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