Con motivo de las II Jornadas Nacionales de Aspectos Criminológicos en Materia de Seguridad Vial, llevadas a cabo en la Academia Galega de Seguridade Pública (A Estrada), hace tan solo unos días, he podido comprobar cómo la ASGAP va un paso por delante en la formación de la Policía Local en materia de Seguridad Vial. Y también he podido conocer y visitar a algunas madres que han perdido a sus hijos en esas carreteras gallegas, de impresionante paisaje, pero donde muchos jóvenes se quedan por la velocidad, el alcohol, las curvas, los postes de hormigón del tendido eléctrico, o las imprudencias de otros. Un verdadero drama. Aún nos queda mucho por hacer para disminuir los siniestros de tráfico, y los policías locales, por ahora, son de los más implicados en este tema, con sus trabajos con los niños que reciben educación vial, y ahora con una mejor preparación en diversos temas relacionados con los siniestros viales. Toda la prevención y educación es poca. Sirva esta carta como muestra de agradecimiento a la ASGAP, a la Policía Local, a mis compañeros de ponencia y a las "Madres sin hijos" de Galicia.

¡Cómo han cambiado las cosas! Tirando de hemeroteca me percato que el presidente del Gobierno, Don Mariano Rajoy posaba para la foto, pero no era muy dado al verbo. En tiempos pasados y ante las preguntas de los periodistas, era muy parco en palabras y muy dado a dar esquinazo. Sin embargo, y en estos momentos, lo encontramos en todos los medios de comunicación y soltando su verborrea a la desesperada, para seguir ejerciendo funciones de presidente del Gobierno. ¡Las cosas andan mal para él y su séquito! Las "transparencias" de las que alardeaban, se han vuelto opacas. Viendo, leyendo y oyendo a todos ellos, no puedo dejar de trasladarme a mi tierna infancia y recordar al querido Walt Disney que tantos momentos tiernos me hizo vivir. Me quedo con muchos personajes, pero destacaría, entre todos ellos, a uno en concreto: el amigo Pinocho. Este sí que no se salvaba de la mentira y cuando mentía como un bellaco a su querido Geppetto, le crecía la nariz. El verlo titubeando ante su progenitor, brotaba la tierna lágrima de la niña que peinaba trenzas. Ahora y ante las mentiras que escucho, día a día, de otros pinochos, me invade la impotencia y la rabia más absoluta. ¡Qué España tenemos y que los españoles honrados y que solo ansiamos vivir una vida digna, no nos merecemos! ¡No nos privamos de nada! Cada uno se busca su propio paraíso...

¿Y qué decir de los ladrones de guante blanco que siguen sin pisar chirona? Se te abren las carnes cuando reza la noticia que a un ciudadano por robar un televisor y un jamón, lo ingresan en prisión para cumplir una larga condena. Como él, muchos reclusos en la misma situación.

Ellos no han tenido, posiblemente, un buen abogado que los defienda. Quiero hacer constar, no obstante, y por mucho que se quieran disfrazar las realidades, que robar, en mayor o menor cuantía, es un delito. Aunque no soy dada a leer el catecismo de la vieja escuela, en el mismo figura que la mangancia es pecado.

Poco más que decir en esta tarde lluviosa da miña terra.

Pasa la vida y se intenta vivirla, dentro de lo posible, de la mejor manera. ¿O no?

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