Nicanor Acosta Alonso es uno de aquellos sacerdotes llamados curas obreros, que allá por los años sesenta fueron un ejemplo de compromiso social.

Sus actividades en aquella época en La Iglesia San Jorge en A Coruña, en donde su sensibilidad por los problemas sociales, quizás, más consistentes que los religiosos, le acarrearon persecución y denuncias, estuvo detenido en el Convento de los Redontoristas y de allí trasferido al pabellón de curas de la cárcel de Zamora, en donde no solo había curas también había presos comunes e incluso mujeres.

Todas las injusticias encuentran el apoyo de Nicanor: violencia de género, desahucios, inmigrantes, refugiados y los preferentistas con los cuáles, además de las concentraciones en el Obelisco y Rúa Nueva, viajó Nico por las cuatro provincias gallegas durante tres años, megáfono en mano denunciando la vergonzosa estafa bancaria y política infligida a uno de los colectivos más vulnerables de la sociedad, por tratarse de personas en su mayoría de edad avanzada y sin ningún conocimiento en temas financieros.

Curiosidad de los tiempos, en los años de plomo de la dictadura franquista lo acallaban metiéndolo en la cárcel, y los demócratas de hoy tratan de callarlo con denuncias muy poco o nada fundamentadas y con multas.

La lucha de Nicanor debería reforzarnos, despertar la conciencia ciudadana, que se vea que esto no puede seguir así, y que a pesar de la ley mordaza, la anoréxica democracia no puede penalizar un derecho fundamental, como lo son la protesta y la huelga.