Observo con auténtica desolación el desastre cultural que venimos sufriendo paulatina y pertinazmente en nuestra ciudad. Soy consciente de que son tiempos de austeridad pero ¿para todos? Me pregunto si estos recortes -casi amputaciones- son realmente inevitables o los meandros de la buena gestión se mueven por otros valles más rentables política o económicamente (para algunos). Tanto la Biblioteca Miguel González Garcés como la Biblioteca Municipal de Estudios Locales sufren en sus carnes -y por lo tanto también en las nuestras- unas restricciones que no merecemos y que tampoco merecen quienes allí trabajan, porque trabajan -en el más estricto sentido de la palabra- y gestionan -también en el mismo estricto sentido- contra viento y marea. No es un juego de palabras ni un chiste fácil: son entidades que dependen de organismos distintos y de colores políticos distintos, así que no es cuestión de estigmatizar a unos o a otros, sino de hacer ver lo que parece ser un común acuerdo para rebajar el de por sí lamentable nivel cultural de la población.

Conozco a María del Mar Lauroba y a Victoria Villanueva, sé de su buen hacer, sé que trabajan y gestionan. Me consta como usuaria desde hace mucho tiempo, como me consta también que la gente necesita estos centros abiertos y disponibles, porque para muchos es el único solaz, un solaz decente y encomiable que nos hace mejores ciudadanos.

No voy a entrar en el tema de que tenemos derecho a algo que pagamos porque me parece obvio, y porque por lo que se ve siempre tenemos derecho a lo que pagamos dos veces y beneficia a unos pocos.

Y a quien me diga que esto no es educación ni sanidad le recomiendo reflexionar sobre el hecho de que no hay mejor educación que esta de libre iniciativa que nos devuelve nuestro patrimonio cultural, y que una sociedad que sólo bebe de pan y circo es una sociedad insana. Así que considero que tanto Victoria como María del Mar y quienes con ellas trabajan velan por nuestra educación y nuestra sanidad. Por favor, déjenlas hacer.

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