En unas declaraciones efectuadas el pasado 14 de abril por Fernando Agrasar, director de la E.T.S. de Arquitectura, manifestaba que "peatonalizar siempre es bueno", como si fuera una verdad universal e inmutable. Más recientemente los hosteleros, comerciantes y vecinos (sin aclarar si eran de la Ciudad Vieja) alababan la peatonalización de la Marina, aunque esta no sea completa pues siguen circulando algunos vehículos.

La peatonalización supone una restricción de derechos de los ciudadanos que limita la movilidad de los vehículos a motor. Por ese motivo, cuando se peatonalizan una o varias calles hay que pensar que no solo va a afectar a los vecinos que viven en ellas, sino a los demás conductores en general. A los primeros porque ya no podrán cargar o descargar vehículos delante de sus casas, y al resto porque no podrán recoger o dejar en ellas a familiares o amigos. También tendrá consecuencias en la circulación de las calles adyacentes.

Últimamente políticos y técnicos son partidarios acérrimos de la peatonalización y, a la hora de adoptar decisiones, piensan que basta con la anuencia de las correspondientes asociaciones de vecinos, que se arrogan una representación de la que carecen. Hay comerciantes que utilizan esas asociaciones como lobbies de sus intereses particulares, y generalmente apoyan las peatonalizaciones en la creencia de que favorecerá sus negocios. Sin embargo, la bondad de la peatonalización dependerá de cómo y dónde se haga. Con una configuración geográfica como la de A Coruña, habrá que tener mucho cuidado para no crear problemas donde no los había.

Si se peatonaliza la Ciudad Vieja habrá una especie de privatización de la que a corto y medio plazo se resentirán los establecimientos de hostelería cuando comprueben que los clientes no pueden llegar como antes a sus locales. A medio y largo plazo se resentirá también el sector inmobiliario, pues una cosa es residir en una zona tranquila y otro es ir a vivir a un barrio donde tener coche, al que nadie renuncia, sea un problema. Ojalá me equivoque y no se cumpla ese pronóstico tan poco halagüeño. En estos casos ya se sabe, la mayoría está a favor de que se peatonalice la calle del otro.

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