Llevamos unos días viendo como salen a relucir toda una serie de personajes que tuvieron o tienen cuentas abiertas en alguno de los llamados paraísos fiscales.

Un buen número de estas personas son las que durante bastantes años, y otros muy recientemente, se les llenaba la boca cuando pretendían convencernos que: "Hacienda somos todos", "Tenemos que pagar los impuestos para poder mantener nuestro Estado de Bienestar", etc., etc. Ahora nos enteramos que ellos, los mismos que predicaban las obligaciones que teníamos que llevar a cabo, para ser personas decentes y comprometidas en cierto modo con la solidaridad que requería aquellos momentos de crisis y penurias, son los que trataron unos de defraudar, pagando menos impuestos de lo que realmente tenían que hacer, al no declarar dicha actividad empresarial, sita en un paraíso fiscal ante las autoridades fiscales españolas, o bien pagando por el Impuesto de Sociedades, cuando deberían hacerlo por el impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Otros, eludiendo de pagar en España, porque les resultaba más ventajoso hacerlo en uno de esos llamados paraísos.

En cualquier caso, creo que los españoles tenemos todo el derecho del mundo para saber todo lo que cada uno de esos personajes que se acogieron a la amnistía fiscal del PP, cuánto regularizaron, cuánto pagaron, y la procedencia de ese dinero, que hasta el día de hoy desconocemos si su origen está en hechos lícitos o ilícitos. De ahí, que tenemos que apoyar la petición llevada a cabo en el Congreso de los Diputados para que se constituya una Comisión de Investigación, y salgan todos estos datos a relucir y se esclarezca la verdadera procedencia de tantos cientos de millones de euros que no tributaron en España, cuando menos al mismo tipo de gravamen que realizamos el resto de los mortales en este país.

Lo que resulta más chocante de esa camarilla de predicadores sin escrúpulos es que se han aprovechado de todo lo que este país lleva invertido en bienes y servicios públicos cuando tributaban en otros países. Hay que tener cara dura para salir a la calle después de conocerse lo que supimos en estos días.

Cuando a esa camarilla se le presentaba un momento de apuro con un fuego llamaba urgentemente a los bomberos, o cuando se encontraban enfermos acudían a la Sanidad Pública, y si veían que les acechaba un peligro llamaba a las Fuerzas de Seguridad, y seguro que cuando hacían tal petición de auxilio, decían quienes eran, lo importantes que eran tales personajes en esta sociedad en la que vivimos. También se quejarían del mal estado de nuestras carreteras, que ellos no pagaban como les correspondería, y ya no digamos si se "marchaba" la luz y se quedaban a oscuras en su "mansión". De las quejas sobre los funcionarios públicos seguro que eran los primeros en llevarlas a cabo, "Esos parásitos de la sociedad que pagamos los ciudadanos?". Solían decir.

Lo que normalmente estos personajes no criticaban eran a las Fuerzas Armadas, seguramente porque en ellas se veían protegidos de un posible cambio de gobierno que pudiera alterar esa situación de benevolencia, tolerancia y mirar para otro lado, que se hacía por aquellas personas que tenían el deber de controlar para que todo el mundo pagase lo que le correspondía.

La realidad de todo ello es que Hacienda somos unos pocos, normalmente los que cobramos de una nómina, y sobre todo, si esta es de la Administración Pública.

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