Imaginemos un parque comunal de unos 1.000 m2 al que unas veinticinco familias españolas suelen llevar sus perros para que hagan sus necesidades. Imaginemos que un día el concello responsable del mantenimiento de la zona decide poner una señal que indica que no se pueden llevar perros a ese parque.

¿Cuántos de entre los lectores apostarían su dinero a que el parque está limpísimo y el concello está actuando de manera arbitraria en contra de esas familias con perro porque una señora de repente se ha empeñado en que no le gustan los canes?

¿Cuántos lo apostarían en cambio a que el parque está habitualmente salpicado de cagadas (va, hemos dicho familias españolas), a que hay gente -particularmente los que tienen hijos- que está harta de la situación desde hace años y finalmente se ha quejado a la autoridad, que ha decidido hacer algo al respecto?

El artículo aparecido el pasado 1 de junio firmado por Marta Villar está totalmente sesgado. Donde hay conflicto hay dos partes, ¿por qué solo se dio voz a una?, ¿por qué no se consulta además a los operarios que cortan ese césped, que ellos no viven allí y serán ecuánimes sobre el civismo real de los dueños de los perros que frecuentan el parque?

Para mantener buen trato con nuestros vecinos, en general personas agradables, normalmente pasamos por alto la costumbre de muchos de ellos de soltar los perros y no recoger los excrementos (hay quien sí los recoge, hay quien a veces y hay quien nunca), sobre todo en invierno, que llueve y da más pereza controlar qué hace el animalito. Suele haber cacas en la hierba y algunas también en la calzada pavimentada y aún así, con la cantidad de veces que vuelves a casa con regalito apestoso en el pie, callamos y nos resignamos. Por la convivencia.

Pero lo de la campaña de las firmas resulta ya excesivo por la desfachatez (eso de decir que se les impide el paso a las zonas comunes? ¡vamos, que se lo digan a mis hijas!) y las mentiras incluso escenificadas (¿hay una súbita plaga de topos o han estado tapando algo con tierra para los reportajes?). Vaya mi apoyo a quien, harta, ha levantado la voz y quiere que se cumplan normas básicas. Vaya también la petición a este periódico de que complete el reportaje a ver si queda un retrato un poco más ajustado a la realidad; me ofrezco desde aquí para ser entrevistado y facilitar otros testimonios relevantes.

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