Cuando una persona realiza una determinada tarea por la que percibe final retribución, independientemente del ámbito laboral donde se lleve a cabo, se le presupone, sin lugar a dudas, cierta profesionalidad y dedicación a la hora de acometer el trabajo encomendado. Da lo mismo la labor que ejercite, desde servir una caña bien tirada a firmar un documento de incalculable valor, pasando por rematar una obra u operar a corazón abierto, se le exige que ponga los cinco sentidos en lo que hace y la mencionada profesionalidad no sea ni por un segundo cuestionable.

Pero la realidad es que si en un ejercicio de concatenación de profesiones tomáramos a nuestros políticos como ejemplo, bajándolos o subiéndolos en la escala de comparación con nuestra propia profesión y siempre según opinión de cada cual, veríamos que el resultado final, cuanto menos, se antoja en urgente mejoría.

Después de oír en campaña hasta la saciedad que la acción ineludible no era otra que sujetar con fuerza el timón del país, llevarlo a buen puerto en estos tiempos de tormenta y zozobra, enderezar la nave por encima del sacrificio individual en pos del beneficio colectivo, ¿por qué ahora pesan más otras razones para formar Gobierno? ¿Tendrá algo que ver el no querer perderse el trozo de pastel obtenido? Quizás, con tantas elecciones, nos han cambiado a aquellos políticos sin darnos cuenta, tratándose ahora de otras personas, quien sabe.

La cuestión es que no se les puede requerir esa profesionalidad que se les supone innata al elegir su propia condición como políticos, esa responsabilidad tanto de vencedores como vencidos por ofrecer una pronta solución a la contrariedad del desgobierno por encima del desarrollo personal, dejándonos al pueblo otra ora soberano, postrado una vez más en el horizonte de la indiferencia.

Aferrarse al cargo parece ser el único mantra incondicional a seguir, pase lo que pase y pese a quien pese. ¿Solventar problemas? Iremos viendo. ¿Dimitir? Jamás.

Tal vez, en lugar de elegir al candidato idóneo debiéramos valorar su profesionalidad como político a través de nuestro voto, es muy probable que más de uno, no quisiera volver a presentarse a unas elecciones.

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