Un país como es España, acostumbrado durante estos años de una democracia contaminada de franquismo a una política dentro de una línea de un maniqueísmo profundo desarrollada entre dos partidos que más o menos cómodamente se alternaban como en un juego de pin pon, queda confundida y desarmada ante los matices que han surgido y que de maniqueísmo se convierte en un pluralismo sano e ilusionante.

El resultado de las urnas, tanto la del 20-D como la del 26-J, con toda su diversidad, pone de manifiesto la madurez de la ciudadanía y la torpeza de nuestros líderes políticos que no saben hallar la solución y el diálogo adecuados para lograr pactos y acuerdos sensatos y proclives a la felicidad ciudadana. Las leyes y la Carta Magna, en este sentido, resultan asimismo poco o nada eficaces para resolver la situación. Una situación por demás salida del sentido común y diverso propio de la variada ciudadanía. La anacrónica monarquía resulta también un elemento entorpecedor para el desarrollo democrático y moderno, dentro del progreso más actual, como para ayudar a solucionar la situación. Más bien la dificulta dentro de un oropel regio, en desuso y casposo, que únicamente se sostiene por criterios vaya usted a saber porqué, además de por cobardía política y refugio de maleantes dorados. Un tropiezo de corona, cetro y manto real medieval que todo lo embarra. De no existir monarquía todo habría de ser más fácil y rápido, sin tanto protocolo y en nombre de la vacuidad más absoluta.

Los dos resultados electorales son la expresión más clara y contundente de una ciudadanía actual y diversa, que deja bien claramente expresado el final rotundo de ese maniqueísmo enfermizo y soberbio, dentro de aquella seguridad de la alternancia PP PSOE. Todo eso se ha ido al traste y no regresará jamás. Exigimos de esos líderes políticos que se pongan las pilas si las tienen, qué lo dudo, y arréglense ya. La ciudadanía está harta de todos ustedes, ya que se muestran incompetentes. Hay que limar envidias personales, rencores, y líneas rojas, moradas, y naranjas. Pónganse a trabajar, si es que saben.

LA OPINIÓN publica opiniones de sus lectores, así como réplicas y sugerencias de interés general que sean respetuosas hacia las personas e instituciones. Las cartas pueden ser enviadas a LA OPINIÓN por vía postal (C/ Franja 40-42 15001 A Coruña), por fax (981 217 402) o por correo electrónico/cartasaldirector@laopinioncoruna.com). Deben tener como máximo 20 líneas e incluir nombre, apellidos, DNI, domicilio y teléfono de contacto. LA OPINIÓN se reserva el derecho a extractarlas.

Cláusula Legal: LA OPINIÓN A Coruña S. L. (C/ Franja, 40-42, 15001, A Coruña), le informa que sus datos de carácter personal facilitados en este formulario de cartas al director, serán incorporados a nuestros ficheros y tratados automatizadamente. De acuerdo a la L.O.P.D. 15/1999 (Ley Orgánica de Protección de Datos), vd. podrá ejercer su derecho de acceso, rectificación, cancelación y oposición conforme a dicha ley. El titular de los datos se compromete a comunicar por escrito a la compañía cualquier modificación que se produzca en los datos aportados.