Con la llegada de don Javier Fernández a la presidencia de la gestora socialista, da la impresión de que, por fin, alguien con sentido común sabe diferenciar el apoyo de la abstención al partido ganador de los últimos comicios. Pero no lo va atener fácil.

Hace unos días, le preguntaron a doña Margarita Robles si, ante la nueva situación política, pensaba mantener el "no es no" o, por el contrario, evolucionaría hacia la abstención. Pero esta señora, que a mí me parecía una persona sensata, lejos de responder a la pregunta, optó por largarnos un mitin en el que glosó un demoníaco PP como la peor plaga que ha caído jamás sobre España (se ve que se le olvidó el tenebroso Gobierno del que ella formó parte), y de cómo los virtuosos socialistas, con sus cinco millones de votos, fueron los elegidos por los dioses laicos para exterminar al PP y salvarnos de tal perversión, más allá de sus ocho millones de adhesiones.

Doña Margarita ponía tanto énfasis en su diatriba que me remembró aquel proverbio que -grosso modo- dice que: "Cuando alguien, para convencer a otros, repite media docena de veces que el Sol no sale todos los días, no es seguro que logre su finalidad, pero sí que ese alguien se lo acabará creyendo".

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