Luisgé Martín ha hecho una presentación espeluznante y emotiva de su obra autobiográfica El amor del revés en A Coruña.

Narró, sin pelos en la lengua, cómo la sociedad es capaz de destruir la vida de una persona sólo por el hecho de que ésta sea homosexual. Lo dijo clarísimo: la homofobia le ha hecho sentirse como una cucaracha y odiarse a sí mismo por ser eso que, a ojos de los demás, resulta tan deleznable. Aún hoy, decía, no se quiere lo que debía quererse para ser más feliz.

Lo triste del caso es que esta importante denuncia hecha literatura se hiciese ante un auditorio de sólo unas decenas de personas de edad madura cuando sólo hace unos días había un auditorio con 1500 chavales a los que se trataba de educar en valores para que el acoso no forme parte de su comportamiento. A quienes hayan sido los ponentes ante este auditorio no les quito mérito, pero es evidente que quienes programan la denuncia del acoso bendicen el acoso cuando vetan la palabra a cualquier gay (como el mismo Luisgé Martín) o lesbiana que puedan ilustrarlo fehacientemente.

La vida de algunos de los cien gais y lesbianas que estarían entre ese millar largo de oyentes podían cambiar radicalmente. Alguno de ellos, a los que hoy les ronde la idea del suicidio, se podría salvar si pudiesen escuchar testimonios tan de cerca, de viva voz, que les ilustre acerca de cómo sobreponerse al acoso homófobo escolar, social...

Pero, como la premisa de sus organizadores del evento Lo que de verdad importa y sus derivados, edición tras edición, es negar la palabra a los homosexuales, a miles de críos se les negará escuchar la voz de un gay y una lesbiana que ilustre esta realidad.

Coincidió el evento con el revuelo de la muerte de una conocidísima política española y, además, lesbiana. Quizás Rita Barberá no hubiese muerto si la parte afectiva de su vida hubiese podido constituir un pilar de apoyo más firme pero, militante del PP que fue antes la tardofranquista Alianza Popular, ¡cómo iba a vivir con dignidad su condición sexual! Aferró su vida sólo a su entrega a la política urbana y cuando ésta la ha "traicionado" no le ha quedado más a qué agarrarse.

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