A los que vivimos nuestra adolescencia allá por la lejana década de los ochenta, tan lamentable y actualmente de moda entre quienes solo la vieron en series de televisión, se nos ofreció una imagen del siglo XXI muy distorsionada y apenas comparable con la realidad de los días en los que ahora sobrevivimos, ya que por mucho que uno mira para el cielo, los coches continúan sin volar y los extraterrestres de momento, sin dar señales de vida.

¿Y qué nos depara entonces el futuro más cercano? ¿Es cuanto menos ilusionante? Pues parece que entretenido y diferente sí que va a ser, con esa cuarta revolución industrial en ciernes, cargada de trabajadores robots que acompañarán a los humanos reconvertidos en ciborgs, donde cada uno fabricaremos todo lo necesario en una impresora 3D y desde casa, dejando al maestro Philip Dick más que un visionario novelista de ciencia ficción, en un auténtico revelador de profecías cual mismísimo Nostradamus.

Pero ¿ha lugar a un nuevo engaño para los que estos años viven su adolescencia? ¿Tan similar al nuestro ochentero, que pasado el tiempo puedan denunciar que han sido estafados por faltar a la verdad de lo que se les aseguró que cambiaría? Mucho me temo que sí, en desalentadora respuesta afirmativa, ya que en esta segunda década del neonato milenio por más que avanzan la tecnología y las mentes abiertas de nuestra era, parte del colectivo social continúa anclado en los caducos y por algunos añorados, tiempos del blanco y negro.

Les sugeriría encontrar un espacio común en donde exponer las ideas de cada uno y debatirlas sanamente, en vez de pasearlas e imponerlas en un bus por las calles con lemas de dudoso acierto y comparación, sin tener en cuenta la más que probable humillación hacia los que cada día y en pleno desarrollo de su personalidad y adolescencia, se encuentran encerrados y carceleros de sí mismos en un cuerpo que no le corresponde. ¿Dónde quedó aquello de no juzgues y no serás juzgado? ¿Lo de tú eres el que eres y yo soy el que soy? Fácil, si no es a ti a quien le ocurre.

No hay nada más relevante que proteger a los que el día de mañana dirigirán los mandos de esta nave llamada Mundo, ayudándoles a superar el equívoco del cual no son culpables, en su laboriosa y sufrida carrera de fondo hacia el cambio de sexo, así como en su respuesta a quienes se burlan de su condición tan faltos de valor, como el que a ellos les sobra para encontrar la felicidad que todos los seres humanos merecemos.

LA OPINIÓN publica opiniones de sus lectores, así como réplicas y sugerencias de interés general que sean respetuosas hacia las personas e instituciones. Las cartas pueden ser enviadas a LA OPINIÓN por vía postal (C/ Franja 40-42 15001 A Coruña), por fax (981 217 401) o por correo electrónico/cartasaldirector@laopinioncoruna.com). Deben tener como máximo 20 líneas e incluir nombre, apellidos, DNI, domicilio y teléfono de contacto. LA OPINIÓN se reserva el derecho a extractarlas.

Cláusula Legal: LA OPINIÓN A Coruña S. L. (C/ Franja, 40-42, 15001, A Coruña), le informa que sus datos de carácter personal facilitados en este formulario de cartas al director, serán incorporados a nuestros ficheros y tratados automatizadamente. De acuerdo a la L.O.P.D. 15/1999 (Ley Orgánica de Protección de Datos), vd. podrá ejercer su derecho de acceso, rectificación, cancelación y oposición conforme a dicha ley. El titular de los datos se compromete a comunicar por escrito a la compañía cualquier modificación que se produzca en los datos aportados.