Apropiación indebida, estafa, malversación de caudales públicos? El no va más. La corrupción se encuentra presente en la práctica totalidad de los diferentes ámbitos, instaurándose cual parásito en nuestro quehacer diario, tan cotidiana ella, que al verla presente día tras día en los noticiarios, resulta más sencillo interiorizarla que omitirla. Vaya una desgracia en suerte que nos ha tocado vivir. Nos engañan diciéndonos que hay que erradicarla cueste lo que cueste, que es viable y no tan complicado, que yo soy muy bueno y verán ustedes como entre todos lo conseguimos, como si en una revolución a la cubana se tratara, acabásemos de un solo plumazo con el dinero negro oculto, ese que habita bajo los colchones de las lujosas mansiones y los lejanos paraísos fiscales. Cómo nos lo vamos a tragar, no puede ser que nos crean tan ilusos.

Pero la cuestión es que cada vez que un caso de corrupción pasa desapercibido, que no le explota en la cara del corrupto, esa cara que hace mucho que ya ni se sonroja, ¿qué ocurre realmente? ¿Cuál es la consecuencia? Parece no resultar visible, pero nos afecta a todos y cada uno, independientemente de nuestra condición social.

Cuando el malhechor mete la mano en la caja de todos, una enfermedad de las denominadas raras queda relegada, con menos financiación que la investigue, alejándose un poco más de su necesaria erradicación. O quizás, un motorista se amputa un miembro contra ese quitamiedos al que no llegó el costoso cilindro metálico. Cuando un corrupto se lleva sin reparo a beneficio propio aquello que no es suyo, a una familia con todos sus miembros en paro se le niega una ayuda económica, porque los presupuestos que lo debieran afrontar no alcanzan. O un estudiante ve como su beca se reduce paulatinamente hasta desaparecer, aniquilando su talento por no poder costearse los créditos de su carrera. ¿Y las interminables listas de espera por carecer de quirófanos, con nefastas consecuencias? ¿De los pacientes con movilidad reducida dependientes de otra persona, que ven como desaparecen por la puerta para no regresar jamás? Por desgracia, existen muchas más denegaciones con la excusa de falta de medios, tantas que resultan prácticamente incontables.

No. No es demagogia proletaria, ni que nos interesen más los chismes que lo que ocurre en realidad. El dinero que tanta falta hace para costear tantas y tantas cosas, ese que los corruptos se lo están llevando crudo y gratuito como si sobrase, nos está saliendo demasiado caro a todos. ¿Cómo no nos va a importar la corrupción?

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