Sin duda este es un gran problema de Estado que enfrenta a los ciudadanos y genera opinión. Es lógico, un hijo dice que se quiere ir de casa. Este hecho en cualquier familia bien avenida origina tirantez, disputas, debate. Si la discusión se limita exclusivamente al plano sentimental o emocional se facilita el desacuerdo ya que las emociones a veces se contraponen a la razón, que debe de estar presidida por la inteligencia. Por otra parte si se impone la autoridad del padre que se opone a que el hijo, desobedeciendo, se vaya de casa, es muy posible que el hijo termine por marcharse. Aquí está el dilema. ¿Cómo resolverlo? Se enfrentan dos opiniones : los que utilizan La Constitución como una biblia utilizando la autoridad intransigente, o aquellos que piensan que la Constitución si se sabe interpretar y está bien hecha, debe permitir el diálogo entre el hijo que se quiere ir y el padre que se lo impide. Pero debe quedar muy claro y no jugar al engaño. Si se llega a un pacto de convivencia hay que cumplirlo por ambas partes. ¿ Pero se ha cumplido? ¿Quién lo ha roto? Si al hijo se le dota de autonomía, con sus órganos de autogobierno elegidos democráticamente, no puede venir el padre y desapruebe lo que se ha votado. Tampoco el hijo pródigo puede pedir algo que rompa la convivencia en la familia. El gran debate está servido. No nos engañemos ni engañemos al ciudadano. La unidad de España siempre estuvo a debate durante la historia moderna. Pero ¿qué se entiende por unidad? ¿qué significa la palabra autonomía? ¿es la automía vasca, catalana o gallega igual que la autonomía de Madrid, de Murcia o de la Rioja?, o por el contrario es la diversidad la que hace mas grande y atractiva esa unidad que por lógica nunca podrá ser centralista. Ni Alemania se rompe, ni Suiza, ni Inglaterra o Canadá por poner algún ejemplo. Pero para descentralizar no vale el crear "el gobierno de las Autonomías" duplicando el gasto en administraciones públicas, creando parlamentos "fantasmas" sin dotar al Senado de un verdadero sentido que debiera tener como el "ágora de las autonomías u o nacionalidades porque están admitidas en la Constitución. Por esa misma razón el Senado nunca debiera estar monopolizado por ningún partido y menos emplearlo como "un rodillo". Así nunca habrá verdadera autonomía y surgirá la discordia porque si dotamos a nuestros hijos de órganos de autonomía pero le prohibimos lo que ellos han votado, algo no es inteligente y si no es inteligente la razón estará en contra y el debate se limita a discusión emocional y guerra de banderas. Tampoco me vale lo tan debatido de la Ley , y fuera de la ley es el caos. A lo largo de la historia del hombre las leyes han cambiado desde el " derecho de pernada" medieval hasta las leyes que luchan contra la violencia de género. Urge resolver este dilema pero haciendo política de estado y no refugiarse en una visión miope de la Constitución o de la unidad de España. Si educamos a nuestros hijos para que sean autónomos es con todas las consecuencias sin que den un portazo al marcharse de casa, pero si no queremos que se vayan habrá que transigir y no utilizando una mala entendida unidad. Habrá que aprender de los errores.

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