La puesta en escena y el lenguaje bélico que ha llevado a cabo Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa y Comandante en Jefe de sus Fuerzas Armadas, son preocupantes. Y más porque Putin, que lleva en el Kremlin dieciocho años, no solo no piensa irse sino que ha ganado abrumadoramente las elecciones del pasado 18 de marzo.
Es de esperar que los esfuerzos internacionales sobre el control de armas no se detengan y que tanto Estados Unidos como la Unión Europea fortalezcan y amplíen su alianza. El sistema de contrapesos internacional funciona y es operativo pero es importante mantener abierto el cauce del diálogo y la cooperación con Rusia. Con razón o sin ella, Putin explota un sentimiento de humillación internacional que no debe ser despreciado.
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