Si mañana leyera en un libro de cocina que el uso de guantes en la manipulación de alimentos es una pauta de actuación que puede estimular la obesidad o el aumento de peso, creo que entraría en una fase transitoria de desconcierto y desorientación, como perdido en un laberinto sin respuestas de salida. Pues algo parecido, vino a ser la sensación experimentada tras escuchar la noticia difundida en los medios de comunicación acerca de un libro de texto de biología destinado a los estudiantes del tercer curso de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), donde parece indicarse que el empleo del preservativo u otros métodos anticonceptivos podrían favorecer ciertas conductas de riesgo, tales como la promiscuidad de carácter tanto heterosexual como homosexual. Atendiendo a la teoría expuesta y difundida entre los alumnos, cabe preguntarse si sería conveniente que los fabricantes de anticonceptivos advirtieran a los usuarios de sus productos sobre este tipo de riesgos.

Y otra cuestión más que añadir al listado personal de rarezas, pues he utilizado preservativos durante años sin tener por ello la necesidad de cambiar de pareja ni de pisar el terreno de la infidelidad y el engaño.

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