Ante la presión del escándalo por la masiva filtración de datos de millones de usuarios, Facebook ha revelado, a través de uno de sus más altos ejecutivos, que tanto su compañía como otras del ramo (como Twitter o Linkedin) acceden a los datos de sus afiliados cada vez que estos dan un me gusta o comparten cualquier contenido con otros; y que, además, también captan los de internautas que no se han apuntado a estas redes sociales con solo que visiten una página web o manejen una aplicación que utilice los servicios de estas. Si a ello le añadimos que el popular WhatsApp ha sido adquirido por Facebook y que el intercambio de datos entre estas dos redes ha llevado en solo ocho meses al Gobierno español a imponer multas por importe de 1.600.000 euros al holding de Zuckerberg, podemos hacernos una idea de la falta de escrúpulos y opacidad con la que operan los amos de esta potente tecnología de la comunicación. La gran esperanza ahora es el nuevo Reglamento Europeo de Protección de Datos que entrará en vigor a partir del 25 de mayo próximo y que en su letra contiene los principios y el desarrollo de una regulación estricta del tratamiento de la información personal, de acuerdo con los derechos humanos, la transparencia y el control por parte de los usuarios y sus gobiernos, limitando -si se aplica con rigor- el poder de manipulación de estos gigantes tecnológicos. Esperemos que así se logre dar cumplimiento efectivo al artículo 18 de la Constitución Española que literalmente prescribe que "la ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos". Pero para lograrlo plenamente hará falta la colaboración de todos, y para ello conviene ser conscientes de esta realidad y obrar en consecuencia.

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