Según señaló el director del IBV, Pedro Vera, este pavimento reduce "considerablemente" la necesidad de agua, por lo que podría emplearse especialmente en las zonas de España más afectadas por la sequía, como el sur de Alicante, donde afirmó "hay muchos proyectos de nuevos campos parados por los problemas de abastecimiento".

Este proyecto de investigación ha sido financiado por la antigua conselleria de Empresa, Universidad y Ciencia con 253.000 euros, y en él han colaborado tanto la Universidad Miguel Hernández como la empresa Eurogras 2000, que será la encargada de explotar industrialmente esta nueva hierba artificial.

"Los jugadores ingleses, franceses, alemanes y suecos, es decir los clientes más importantes del golf a nivel europeo, prefieren jugar en España como primera o segunda opción, lo cual nos permite afirmar que este deporte podría convertirse en un excelente afluente de turistas", señaló David Rosa, uno de los desarrolladores del proyecto.

"La hierba artificial no es un sustitutivo del césped, sino una solución real cuando la natural no es sostenible. Un campo de golf de 100.000 metros cuadrados consume un millón de litros de agua al día, mientras que uno de hierba artificial de las mismas dimensiones podría consumir mil litros a la semana", añadió.

Sin embargo, y a pesar de las ventajas en cuanto al mantenimiento, los creadores de este proyecto reconocieron que existe un gran escepticismo entre los gerentes de los campos de golf, dado que temen que las sensaciones de juego, el bote de la pelota o el comportamiento del calzado puedan diferir con respecto al juego sobre césped natural.

"Por eso hemos realizado mediciones de todos los factores que influyen en el comportamiento de la hierba, la interacción del calzado, el bote de la pelota, la forma de rodar e incluso las vibraciones del palo al impactar con el suelo, ya que éste no se rompe al contrario de lo que sucedería en la hierba natural y podría provocar lesiones", indicó Rosa.

Así, se ha empleado instrumental de alta tecnología como radares, sensores de vibración o cámaras de alta velocidad para lograr recrear el comportamiento de las diferentes zonas del recorrido (tee, calle y green).

Con estas mediciones se elaboraron un total de 52 prototipos de hierba artificial que podrían ser empleados en función de las diferentes zonas del hoy que se quieran recrear.

"Si hubiese que construir un campo nuevo, la hierba artificial sería lo más rentable en todos los casos, ya que a pesar de que es más cara que la natural, los costes de mantenimiento se reducen notablemente y la amortización sería más rápida. En el caso de un campo ya existente, únicamente el green y el tee (zona de salida), las áreas más delicadas, convendría cambiarlas", afirmó Rosa.

El coste aproximado del metro cuadrado de hierba para el green o el tee ronda los 60 euros, mientras que la zona de la calle costaría en torno a los 40, aunque esta área suele ser la más extensa.

La Universidad Miguel Hernández tendrá disponible, a mediados del mes de agosto, una zona de pruebas de esta hierba artificial de 9.000 metros cuadrados en la que se han recreado cuatro hoyos completos.

Además de David Rosa y Pedro Vera, también acudió a la presentación de este proyecto la subsecretaria de la Conselleria de Industria, Comercio e Innovación, Cristina Santamarina.