-¿Cómo descubrió que quería ser actor?

-Por casualidad. Me jubilé en el banco con 54 años, y vi un anuncio en un periódico en el que pedían personas mayores para doblaje. Me hicieron una prueba. Me dijeron que leyese un texto, lo leí de un tirón, y Dorotea Bárcena, que estaba delante, me hizo señas indicándome que lo había hecho bien. Pero no me llamaron. Hasta que pasó un mes y pico. Me citaron de nuevo en Santiago, fui y hasta hoy. Era 1987 y me propusieron hacer de Serenín de Bretal, en Divinas Palabras, con José Luis García Sánchez

-No ha sido mal estreno.

-Estaban todo los grandes actores. El día que Ana Belén cumplió 37 años, durante el rodaje, me invitó a una comida en Sigüeiro con Paco Rabal, Aurora Bautista, Esperanza Roy, Víctor Manuel, Juan Echanove, Imanol Arias... Eran todos gente importantísima. Yo llegué un poco tarde y me iba a poner al fondo de la mesa, cuando Ana Belén me dijo 'ven, ponte a nuestro lado'. Y lo pasé muy bien.

-¿Y cómo siguió?

-En aquella época me fui a Bilbao con la empresa de doblaje K-2000. Esos fueron mis comienzos

-Se dedicó a doblar películas.

-Estuve más de un año y querían que me quedase, pero supondría el traslado de mi familia y entonces mis hijas estaban estudiando. Era romper una vida y me volví.

-Volvió, ¿y...?

-Empecé a trabajar con los estudios de doblaje que había en Galicia entonces: Estudio Uno, Estudio 21, Sonor, Galaxia, Songasa, Intereuropa, Voces Meigas...

-¿Y qué hacía?

-Doblar al gallego y al castellano. Nunca fui protagonista, siempre tuve mis limitaciones. En Galicia hay grandes dobladores, están entre los mejores de España.

-¿Al gallego y al castellano?

-Soy un bilingüe perfecto. Cuando hablo en gallego pienso en gallego, cosa rara porque en mi familia nadie habla gallego, pero yo me lo tomé como un reto.

-¿Luego se enroló en el cine?

-Es que no hay mucha gente de mi edad y se necesita para ciertos papeles. Me fueron llamando para actuar en series de televisión y en algunas películas: Mareas Vivas, Rías Baixas; Autopsia, una película buena pero muy desagradable... Hice también bastante publicidad.

-¿De qué anuncio se acuerda?

-Uno de Banesto en un tren, promocionando hipotecas, a pesar de la edad que tenía. Y otro de Seat, con Bassats, una de las agencias de publicidad más importantes.

-¿Quiénes le dirigieron?

-A parte de García Sánchez, Jorge Coira, un gran director que ahora está en Madrid, en As leis de Celabella. Yo hacía el papel de abad de un convento bastante malvado que pretendía culpar al prior de cosas tremendas. Y hasta intento cargármelo para evitar que venda terrenos del monasterio, a lo que yo me opongo. También me dirigió en Mareas Vivas un chico llamado McGregor, que se murió muy joven; Carlos Sedes...

-Acaba de rodar de nuevo una película.

-Sí, Un buen hombre, de Juan Martínez Moreno, en la que interpreto a un decano de la facultad de derecho, con Tristán Ulloa y Emilio Gutiérrez Caba, que son dos catedráticos. Pero es un thriller, no es una película de la universidad. Trabaja también Nathalie Poza. Son una gente encantadora. Y Miguel de Lira, un gran actor y una gran persona. Toda esta gente, con la fama que tiene de estirada, es gente muy próxima, muy cercana. ¡Lástima no haber comenzado antes! Es un mundo muy atractivo. Y muy inestable, también.

-¿Le han vuelto a llamar?

-No, pero tampoco tengo prisa. Acabo de cumplir 76 años.

-¿Qué le dicen sus hijos?

-Están muy contentos y muy orgullosos de que su padre haga cine, esté por ahí y lo conozcan.

-¿Le paran por la calle?

-En en las aldeas me conocen porque se ve mucho la TVG. Me pararon en Alcampo y hasta en Portugal. Me da vergüenza, aunque no lo parezca soy bastante tímido.

-¿Es popular?

-Sí, sí, me han parado, sobre todo mujeres, no se creen que seas tú. Tienen mitificada la pantalla y les extraña verte en la plaza comprando tomates, les parece imposible tener delante a un actor que vieron en la televisión.

-Es el primer gallegoparlante de su familia, decía.

-Que yo conozca, porque ante o después todos vinimos de la aldea. Éramos ciudadanos del centro de A Coruña, donde, contra lo que se cree, se habla mucho en gallego, salvo en el Cantón y en la calle Real. Excepto la burguesía, entre otras cosas porque en su mayor parte procede de fuera de Galicia. Los de las telas venían de Ortigosa de Cameros, los ultramarinos eran de maragatos; funcionarios y militares: una burguesía foránea.

-¿Qué le pareció la manifestación de Galicia Bilingüe?

-Estoy de acuerdo con que todo el mundo es dueño de hablar en la lengua que quiera. Ahora, decir que se ataca al castellano es una mentira total. El idioma mayoritario es el gallego, aunque no se refleje en los medios de comunicación. Es el gallego el que estuvo perseguido. Y hasta cierto punto, porque a nadie se le prohibió. Y es el que está en inferioridad, y no el castellano, que está en todas partes. Los de Galicia Bilingüe son gentes muy de derechas.

-¿Cuándo estrena?

-No lo sé. A lo mejor la película concursa en el festival de San Sebastián y hay que esperar.

-¿Qué papel querría hacer?

-El de un médico rural gallego. Es mi vocación frustrada; seguramente lo hubiera hecho bien.

-¿Y trabajó en un banco?

-Sí, la vida es muy complicada. Estoy muy contento de haber llegado al cine, y un papel de médico en la Galicia rural me encantaría.