El árbitro malagueño de fútbol base Ángel Jiménez, creador de la iniciativa Deporte sin insultos, interrumpe los partidos de fútbol en los que pita cuando se falta al respeto a los jugadores, entrenadores o árbitros para educar a quienes están en las gradas y así evitar la violencia en el deporte. Jiménez explica que, cuando volvió a arbitrar tras una pausa de varios años, decidió que si lo iba a hacer, lo haría siempre bajo la educación y el respeto, "valores que parece que en el campo de fútbol se pierden y que son imprescindibles para vivir el deporte", añade. "Un día un padre me llamó tonto, simplemente por una decisión arbitral, y me indigné", relata el colegiado, que decidió ir a buscar al hombre que le había faltado al respeto y le dijo que así no arbitraba.

El árbitro añade: "Al siguiente partido, llevé una camiseta que rezaba la frase '¿Insultarías a tu hijo?', y poco a poco, maduré la idea".

Ángel Jiménez señala que no entiende las faltas de respeto "permanentes" en los campos de fútbol y que tras aquella jornada de enero de 2007 decidió crear la iniciativa y su página web de denuncia deportesininsulto.com, para concienciar y mostrar que es una persona que "sólo hace su trabajo".

En este sentido, reconoce que el fútbol es el único acto público y ocioso donde la gente pierde el respeto "impunemente" y que no entiende a los padres que desde las gradas animan a sus hijos a ser violentos y a ser competitivos de modo insano cuando el fútbol es un juego en el que hay que pasarlo bien y disfrutar. Ángel Jiménez afirma que, pese a todo lo ocurrido, le gusta arbitrar, ya que en los partidos termina por educar al público asistente. "Si se insulta a alguien, paro el partido hasta que el delegado de campo se dirige a la zona de donde provenía la falta de respeto y pide educación", comenta Jiménez, que explica que cuando sucede otra vez, lo interrumpe hasta que llega la policía, que custodia el campo, "y ese parón dura más, por lo que perjudica al partido y la gente ha de esperar".

En los dos años y medio que está aplicando esta actitud solo ha tenido que llamar a las fuerzas de seguridad en cuatro ocasiones, a pesar de que arbitra partidos una vez por semana.

"El respeto es una verdad tan irrebatible que no hay más remedio que aceptar que no se puede ofender así porque sí", señala Ángel Jiménez, que cree que si parasen todos los partidos de fútbol base de España por este motivo, estas faltas de respeto sólo durarían un mes, "hasta que la gente comprendiese que es inadmisible".

Asegura que cuando alguien decide ser árbitro, los insultos y golpes parece que vienen incluidos y apunta: "Lo asumes como parte del fútbol, pero pagar una entrada no te da derecho a insultar a nadie".

"El problema es que se da por hecho que la gente puede insultar en el campo de fútbol, se ven partidos de Primera División y los comentaristas lo ven normal", dice el árbitro, que cree una pena que no ocurra igual que en deportes como el tenis o baloncesto, "donde la gente disfruta sanamente y pide respeto si alguien lo falta".

El colegiado malagueño reconoce que está avalado por la Federación Nacional de Árbitros, que le permite actuar así, y sostiene que lo mejor sería que esta forma de actuar se convirtiese en obligatoria "porque así acabaríamos con la violencia verbal que, en ocasiones, se convierte en física".