"Tengo una vida muy movida", advierte Alberto Martí desde sus bien llevados 87 años. "Canto en el coro de los Capuchinos y todos los miércoles tengo una cena con mis amigos médicos. Son las últimas escapatorias", dice.

-¿Cambió mucho A Coruña?

-¡Cambió muchísimo, muchísimo! Yo soy una de las personas que puedo decirlo porque pateé todo y trabajé desde 1936. Yo entré a los 12 años a trabajar de chico de los recados de Foto Blanco. Es que yo antes ya tenía una vida... porque nunca estudié, no me gustaba. Me llevaban a un colegio de la calle de la Galera y yo esperaba a que se marcharan, bajaba y me iba al garaje de bicicletas que había en La Marina, El pedal gallego, y la hija del jefe me dejaba andar en bicicleta gratis. Se puede decir que vivía en bicicleta. Y, si no, me iba al Náutico. Los marineros eran amigos míos y me dejaban las lanchas. Y yo era amigo de todos los que se bañaban allí; de los Casteleiro, de Bremón, de Mosquera, de Martínez Anido. Yo era un niño y era amigo de todos. Ahora lo pienso y digo: 'pero fui un niño fuera de lo norma, cómo se me abrieron todos esos sitios'. Pues me dejaban entrar en todos los sitios.

-¿Qué cambios son los que más le asombran de la ciudad?

-Una de las que más, el Paseo Marítimo.

-¿Lo que más le fastidia?

-Todo lo que se tiró. Fueron muchas alhajas las que se tiraron: el hotel Palace, el hotel Atlántic, la Cooperativa Cívico-Militar, la Reunión de Artesanos, la casa de las señoritas de Doval, que eran las dueñas de la playa de Santa Cristina y tenían un edificio que era el más bonito de A Coruña en Santa Catalina. Daba a Durán Loriga y tenía capilla, era una casa preciosísima y se tiró, así por las buenas.

-¿Riñó a más de un alcalde?

-¡Hombre, por Dios!, dije, a esto no hay derecho.

-¿A quién riñó más?

-Reñir, no... Todos me honraban con su amistad, pero el que más estuvo unido a mi fue Paco Vázquez. Su familia vivía en mi misma casa y yo era muy amigo de su padre.

-¿Qué alcalde estropeó más A Coruña?

-No es que la estropeara, pero era tan bueno, tan bueno, tan bueno que no tenía carácter para defenderse y abusaron de él: fue Demetrio Salorio, pero no por malo, sino por exceso de bondad, porque no se puede ser bueno en la vida.

-¿Cuántas fotos tiene.

-Tengo millones de negativos en mi archivo. Además de las fotos de prensa tengo miles de bodas, trabajos industriales, encargos de empresas, porque durante muchos yo era el único fotógrafo que había, los demás eran fotógrafos de estudio, y fotógrafos bárbaros.

-¿A dónde irá su archivo?

-No sé, sabe Dios. Me faltan aún tres o cuatro años para dejarlo bien ordenado. Se lo dejaré a mis hijas y ellas no sé qué harán con él.

-¿Le gustaría que pudiera ser de acceso público?

-Sí. Paco Vázquez se interesó por él y hablamos pero como luego lo quitaron y se fue a Italia...

-¿Habló con el actual alcalde?

-No, además ahora es mal momento para invertir dinero.

-¿Pide mucho?

-No sé, son muchos millones. Son fotos únicas, irrepetibles. Además, tengo muchas de Ferrer, placas de cristal pero yo le compré en 1954.

-¿Cuántas cámaras tiene?

-Muchas, las tengo en una vitrina. Tengo como un museo.

-¿Usa digital?

-No me gusta, a mí me gusta lo antiguo. Esto moderno no me va. No es lo mismo ver las fotos en un álbum que tener que ir al ordenador.

-Fotografió a jefes de Estado...

-El que me compró y se llevó fotografías por kilos fue el rey de Liberia, cuando vino aquí en tiempos de Alfonso Molina. Me compró muchas, a mí y a Cancelo, que éramos como hermanos. Cada uno trabajaba en un periódico y cuando uno de los dos no llegaba a cubrir una cosa la hacia el otro y le pasaba la foto. Y lo hacíamos con el conocimiento de nuestros jefes, que no se metían en esto.

-¿A Franco 'no le gustaba la gente nueva' entre los fotógrafos?

-Sí, quería ver siempre las mismas caras. El único que hablaba con él era Cancelo porque le hablaba en gallego y a Franco le hacía mucha gracia. Y Cancelo le deseaba muchos años de vida, que volviera...

-¿Cancelo hacía la pelota al Caudillo?

-Hombre, claro, pero a él le gustaba, y Cancelo lo apreciaba. Entonces apreciaban a Franco en todos los sitios. Yo tengo las fotografías de la gente llenando La Marina a su paso, el último verano, y del avión que lo llevó a Madrid desde Santiago. Tal como lo vi, yo ya me imaginé que era la última vez que venía.

-¿Qué acontecimientos le impresionaron?

-Yo tengo todas las catástrofes que hubo: del avión de Aviaco que se estrelló en Montrove a la explosión del Urquiola.

-¿La famosa foto de la puñalada en el bar Lhardy, de la calle de los Olmos, fue preparada?

-¡No me digas eso! Cuando fui a Madrid a recoger el premio (Nacional de Fotografía), estaban allí expuestas todas las fotos que se presentaban al concurso. Llegué y estaban todos mirándolas. '¡Booh! esto es un trucazo, cómo crees que este puede estar ese ahí con el cuchillo y los guardias quietos, sin hacer nada. Esto está preparado'. '¡Bueno, desde luego -dije yo- es el colmo!, ¿pero cómo se va a preparar semejante cosa?' Uno de los que había pinchado el tipo fue Jaime Hervada.

-¿Cuál es su foto favorita?

-Es un viejo comiendo en la Cocina Económica, de 1949. Y otra de unos chiquillos que perdieron el barco: dos hermanos que iban para Venezuela.

-¿Qué bodas hizo?

-Todas las que había. A lo mejor, me decía uno: 'Esos se casan el mes que viene', y ya sabía que iba a hacerle yo las fotos.

-¿Vivía sobre todo de eso?

-Yo empecé a trabajar de niño y en 1953 el señor Blanco se quiso jubilar y me traspasó el negocio. Le fui pagando y cuando acabé puse varias tiendas de fotos en A Coruña, hasta que tuve un accidente en 1982 y un borracho atravesó el seto, chocó conmigo y me hizo 33 fracturas y estallido de cráneo. Y tuve que abandonarlo todo. Yo era como un gato: subía a las grúas del puerto -había mañanas en que subía tres y cuatro veces-.

-Y a tejados y terrazas.

-Las conocía todas. Y la cornisa del Banco Pastor.

-¿Echa algo de menos de A Coruña?

-Aquella tranquilidad que teníamos antes.

-¿A quiénes considera sus maestros?

-A mi jefe, Blanco, y a Ferrer. Y a Ksado, de Santiago. Para mí eran unos fenómenos. ¡Y Cancelo!

-¿Cuáles son para usted los más grandes del mundo?

-Yo conozco los míos. Los que conocen a los de fuera son los jóvenes. Yo no estoy al día.

-¿Las fotos más complicadas?

-Yo me jugué la vida infinidad de veces. Yo estaba metido en incendios, estaba siempre colgado de algo... Tuve una suerte enorme de que no me pasara nada porque yo era un lanzado, me subía y me metía donde fuera. Y Cancelo, igual, y era mucho mayor que yo.