Quedamos en una céntrica cafetería, como los espías de Graham Greene. Estrecha la mano del periodista y pide un café. Está relajado, sereno. Nadie diría que la Interpol lo ha estado buscando durante dos décadas.

-¿Se metió o le metieron en esto?

-Yo no tenía capacidad para mover tanto dinero ni mucho menos para ocultarlo. Mis jefes sabían perfectamente la cantidad de dinero negro que había en las cajas. Si dicen que me llevé 6.400 millones de pesetas tendrán que probar cómo lo hice, con sociedades superpuestas, paraísos fiscales, testaferros. No han probado nada. Eso no quiere decir que yo no supiera que se estaban haciendo operaciones un poco al margen de la ley. Sería absurdo negarlo, pero eran operaciones habituales en el banco.

-Extraña que hayan tardado tanto tiempo en encontrarlo...

-No me querían encontrar, eso está claro. Mire, cuando estaba en México y me estaban buscando salí en una foto en la portada de Expansión. Y en un hotel en Tijuana conocí a un agente de la DEA. Estuvimos tomando café cuando llegaron dos chicos más de la Interpol y estuve con ellos con toda la tranquilidad del mundo y sin inmutarme. Me localizó hasta José María Ruiz Mateos.

-¿Se duerme bien por las noches sabiendo que la Interpol te pisa los talones?

-En los últimos años he estado entre las 10 personas más buscadas por la Interpol. Me habitué a mi nueva situación, pero era consciente de que podía ocurrir que en cualquier momento me trajeran a España. Recibí amenazas, presiones, querían que me comiera yo solo el marrón. Miedo no pasé, precauciones muchas.

-¿Cómo se las arregló para salir del país?

-Ahí sí les engañé, les pedí 10 días para dejar el asunto arreglado y decidí irme antes. Pues me voy a París, saco un vuelo para México, vía Miami, y ya está. Me fui sin conocer a nadie, con 750.000 pesetas y un cheque de 3.500 dólares o algo así, que además lo cobré después, en México.

-Y en México se buscó la vida...

-Yo tenía claro que no era de los que iba a regresar. Soy mentalmente fuerte, un adicto al trabajo. Te mentiría si te digo que no tuve una depresión al llegar a México por dejar a mi mujer y a mis cuatro hijos en España. Y sin poder hablar con ellos, porque tenía teléfonos intervenidos. Empecé a buscar trabajo. Trabajé de camarero, en una empresa inmobiliaria, en un restaurante, vendiendo pinturas y luego en el mundo de los azulejos. Corté el cordón umbilical con España. Me cambié de nombre, pasé la página de José Pérez Díaz y empezó a vivir Roberto García, ciudadano mexicano. Me metí en el pellejo de este tipo llevando una vida pública totalmente normal.

-Y claro, si hubiera tenido 6.400 millones de pesetas en el calcetín todo hubiera sido más fácil.

-Indudablemente si hubiera tenido 6.400 millones en el calcetín hubiera vivido mejor, porque México es un país apasionante. Pero ya digo que no quisieron encontrarme. Una vez, en el aeropuerto de México, me topé con un directivo del Banco Popular. Me lo encontré frente a frente. Se quedó blanco, se puso nervioso y pegó media vuelta.

-Oiga, El Bigotes, Correa... ¿son simples principiantes?

-Desde luego lo hacen mal, no lo hacen bien. Los que le rodean les idolatran, los elevan a unas alturas que no son las que merecen y pierden el norte. Pero déjeme decirle una cosa: por lo que yo sé esto es algo que se venía haciendo desde hace veinte años. Financiar partidos políticos con dinero irregular y dinero negro, financiar las campañas con cajones y por debajo de la mesa, yo lo he vivido, no me asusto de nada porque yo formé parte de esa forma de operar.

-¿Qué prefiere: libro o programa de televisión?

-¡No! Para programa de televisión no estoy capacitado. Sólo quiero ser un ciudadano normal. Tengo que traerme a mi familia de México, cambiar los apellidos a mi hijo porque los que lleva no existen. Imagínate lo que es explicar a un niño de diez años que su papá no se llama Roberto García sino José Pérez: 'A partir de ahora no te vas a llamar Roberto Carlos García, sino Roberto Carlos Pérez'. Prefiero el libro, se han acercado ya algunas editoriales y un par de escritores. Voy a ser muy crítico conmigo. He cometido muchas tonterías en la vida...

-No se ofenda... ¿qué haría con 6.400 kilos?

-Créame, si tuviera 6.400 millones en mi poder me metería en un problema. Como nunca los tuve no sabría qué hacer. Nunca tuve aspiraciones de ser millonario, no lo he sido nunca, no lo soy. Y ya no me da tiempo de serlo. No me considero un ser ostentoso, soy una persona normal.

-Muchos creen que dar un palo de esa envergadura es de héroes. ¿Se considera un héroe?

-Para nada...

-Venga, en serio ¿dónde está la pasta?

-En el banco.