-¿Se arrepiente de haber enfocado su carrera en la prensa rosa?

-Para nada. Mi primer reportaje fue para el ¡Hola!, pero después me dediqué durante 22 años a la revista Lecturas. En mi época de prensa hacía mucha fotografía política e, incluso, fotografié el primer desnudo masculino, para la revista Papillon. He trabajado para muchas cosas pero nunca con agencias, siempre sola. Tras dejar Lecturas, hace casi tres años, me hice colaboradora de ¡Hola! y sólo trabajo para ella. Prefiero ser fiel a una empresa.

-Compaginando esta tarea con sus colaboraciones en la televisión...

-Descubrí la televisión hace diez años, aunque la radio es lo que más me ha gustado siempre. La tele me ha enamorado y me considero una todoterreno, pero quiero reivindicar mi derecho a ser una gran periodista del corazón porque no es el género chico de la prensa si se hace con dignidad.

-En la gala de los Ondas Carles Francino no quiso entregarle el Ondas a Jorge Javier Vázquez. ¿Hay mala relación entre la prensa considerada seria y la del corazón?

-Cuando estaba en la facultad la gente me preguntaba: '¿Tú cómo es que haces prensa del corazón?'. Algunos de los que me decían eso años más tarde han dirigido Interviú. A Jorge Javier le han dado el Ondas, yo puedo estar de acuerdo o no con la decisión, pero pienso que Carles Francino se ha pasado. Quizás hubiera habido un mejor profesional en televisión para concederle el galardón, pero lo que sí es cierto es que el programa de Jorge Javier ha revolucionado una forma de hacer televisión. De todas formas, vamos a dejar de ser 'aquí yo soy mejor que los demás porque hago información política'.

-De hecho, el programa de Jorge Javier Vázquez es competencia directa del suyo. ¿Cómo se lleva esa guerra encarnizada de audiencias?

-Se vive desesperadamente. Ellos y nosotros. La televisión de los millones de espectadores hace años que acabó: son muchos los programas y muchas cadenas y cada vez la audiencia está más repartida. La guerra empieza en la casa del director de cada cadena a primera hora de la mañana diciendo los que han fallado y los que nos han ganado. Pero en nuestro caso hay un hecho innegable que influye mucho: a Belén Esteban la hemos convertido en un fenómeno televisivo; ella tiene gran corazón, pero quizás ahora esté siendo manipulada. Y me preocupa, porque creo que la caída de Belén puede ser muy importante.

-¿Los índices de audiencia son hoy en día lo peor de la profesión?

-Sí, es terrible. Un sábado lo primero que hago por la mañana es mirar el correo electrónico con los índices y pensar: 'Qué mal, lo que se nos viene encima', en el caso de que tengamos menos audiencia, o 'Qué bien, hemos ganado un punto'. Te marca y te llega a estropear o a relajar un fin de semana, pero no creo que la audiencia marque la calidad de un programa.

-El ex director de Lecturas, Javier de Montini, aseguraba recientemente que el dinero había 'perjudicado mucho la prensa del corazón'...

-Montini sabe perfectamente que todas las revistas han pagado. ¡Hola! e incluso Lecturas han pagado por un personaje que les interesaba mucho. Yo no creo que esto haya perjudicado a la prensa del corazón. Sí considero que la prensa ha salido perjudicada por la rapidez e inmediatez de la televisión.

-¿Genera muchas envidias tener una exclusiva por la que algunas cadenas matarían?

-Mi trabajo en prensa es intentar conseguir exclusivas, por las que unas veces se paga y otras no, aunque no creo que una exclusiva deje de serlo porque hayas pagado. Pero, sí, parece que soy especialista en generar envidias.

-Su compañera María Patiño sostiene que prefiere trabajar alejada de los personajes públicos, de los famosos. ¿Para usted ha sido un lastre o un impulso su cercanía con ellos?

-En realidad, a muchos de ellos les gustaría ser amigos de los personajes. Y he de decir que hay algunos compañeros de profesión que han cenado con personajes y han vuelto abducidos (risas). Para mí es un orgullo. No solamente es mi amiga Isabel Pantoja, que lo es, pero también es como mi hermana Barbara Rey. Obviamente, Isabel es una persona muy mediática, pero para mí es un prestigio ser amiga de mis amigas.

-¿A quién se negaría a entrevistar en un plató de televisión?

-(Sonríe) Me he sentado en televisión con mucha gente. No soy como Carles Francino, no le negaría la silla a nadie. Pero no me puedo sentar, por coherencia personal y porque le demandé en su día, con Andrés Burguera (hijo de Andrés Pajares).

-¿Y cuál es el personaje a quien le encantaría entrevistar?

-La entrevista con mayúsculas para mí es la entrevista a Isabel Pantoja en televisión. Ésa es la que yo quiero hacer y también todos mis compañeros. Cualquier cadena pagaría lo que fuera... Incluso muchos presentadores que dicen que no hacen corazón.

-Hace poco veíamos a Belén Esteban en los informativos debido a la investigación iniciada por la Fiscalía de Menores. ¿Es coherente que aparezca un personaje 'rosa' en un telediario?

-Es que Belén es un personaje mediático y la utilizan para que las personas que usan a los niños en la televisión, que no es el caso de Belén, se asusten. Este tipo de personajes populares sirven para dar un ejemplo, pero también les dan audiencia a los telediarios, igual que a los periódicos sacar suplementos del corazón.

-¿La prensa del corazón ha llegado a su límite?

-Yo pensaba hace un par de años que esto iba a bajar, pero ya creo que no. A veces miro la tele y no me puedo creer lo que estoy viendo. Por ejemplo, veo a una periodista que hace 25 años era una feminista y ahora no para de hacer chorradas y quiere ir a Eurovisión. Ahora se han perdido las formas porque la tele te cambia, te seduce y te engancha.

-En 2008 se publicó su libro Yo acuso, ¿a quién acusa?

-Con este libro acabé muy decepcionada con el editor. Lo hice con mucha ilusión, motivada por Jesús Locampos. Si pudiera liberarlo de la editorial lo ampliaría porque quedan muchas por decir. Por ejemplo, en este último año he descubierto muchísima falsedad.