Los libros de texto que los estudiantes de la Universidad de Northeastern, en Boston, utilizan para aprender la lengua de Cervantes incluyen la palabra morriña. Para la mayoría de ellos, los conocimientos de gallego se quedarán ahí hasta final de curso, pero los alumnos de Tania siempre se llevan alguna palabra más en el bolsillo. "En clase les explico que en España se habla más de un idioma y a veces me preguntan cómo se dicen algunas cosas en gallego", comenta con un acentuado deje norteamericano.

Esta coruñesa de 32 años lleva seis impartiendo clases de español en el World Languages Center del campus, "uno de los cien mejores de EEUU". En la mayoría de las carreras que se imparten, los universitarios deben dominar un idioma extranjero y en este servicio pueden acceder a 13, incluida la lengua de signos y el swahili, aunque el español es el más demandado.

El departamento está integrado por ocho profesores. Dos son españolas, Tania y otra chica valenciana, y el resto de Perú, Puerto Rico o El Salvador. El dominio de nuestro idioma entre los estadounidenses ha aumentado durante los últimos años: "Antes entraban en nivel avanzado uno o dos alumnos, pero ahora llegan del instituto con una formación buena". Sin embargo, son muchos los estudiantes latinos que acuden a clases de español. "Algunos nunca lo han hablado en casa porque en los años ochenta, cuando eran niños, sus padres hicieron un esfuerzo para que asimilaran la cultura y hablasen inglés. Afortunadamente eso está cambiando", reflexiona.

En el aula, Tania aborda las realidades y las diferentes formas que adquiere el mismo idioma en nuestro país y en Latinoamérica. "No hay un español más correcto que otro, son diferentes variedades y hay que enseñar ambas", defiende sobre esta riqueza.

Sus alumnos aprenden la lengua a través de noticias relacionadas con la actualidad o películas. Este semestre visionarán Diarios de Motocicleta, sobre el viaje de un joven Che Guevara por América del Sur. "Y también les pongo mucho Almodóvar. Es uno de mis favoritos y han visto Mujeres al borde de un ataque de nervios y Todo sobre mi madre. Son las únicas que les he podido enseñar porque no tienen escenas de sexo explícito y hay que evitar ofender a algún alumno. Hay mucha religiosidad ", comenta.

El cine español ha sido un buen embajador de nuestro país en los últimos tiempos. El director manchego, su oscarizada musa, Penélope Cruz, y Javier Bardem son conocidos por gran parte de los universitarios. "Desde que hizo No es país para viejos tiene mucha fama", añade sobre el actor.

Al acabar el curso, los estudiantes viajan a España para poner en práctica sus conocimientos. Tania es la responsable de este programa en sus tres últimas ediciones. El año pasado visitaron Santiago: "Les gustó muchísimo, sobre todo, por su gente. Veníamos de Barcelona, donde se aprovechan de los turistas, y los gallegos les parecieron muy amables".

Fue en la ciudad compostelana donde ella inició la carrera de Filología Inglesa hasta que en 1998, cansada del exceso de gramática y la falta de práctica, emigró a la Universidad Anglia Ruskin de Cambridge, donde acabó la carrera y se quedó a trabajar un par de años como profesora.

En Reino Unido conoció a su marido, Tom Shimizu, de origen japonés y con el que se fue a vivir durante un año a Yokohama. "Fue una experiencia fantástica, pero no para quedarse allí. La cultura es muy diferente. Por ejemplo, los españoles decimos las cosas muy directamente y allí se sobreentienden", compara.

Se casaron en Japón y cuando a Tom le ofrecieron un trabajo como investigador en Harvard se desplazaron a Boston (Massachusetts) a finales de 2003. En poco tiempo, ella también consiguió su plaza en la Northeastern.

Tania es una de las protagonistas del libro Galegos na Diáspora, fruto del trabajo realizado por el fotógrafo vigués Delmi Álvarez durante los últimos veinte años. "Es un proyecto muy interesante y retrata muy bien la diferencia entre generaciones. La gente que sale ahora de Galicia está muy preparada, pero cansada de la mala situación de la investigación".

Es una viajera empedernida, afición en la que invierte varios meses al año, pero no volvería a España: "Las condiciones laborales aquí son inmejorables. Cada día es diferente y me levanto por la mañana contenta por ir a trabajar".