–No es la primera vez que ponen música a sus poemas.

–Ya en alguna otra ocasión les pusieron música. El último en musicarlos fue Amancio Prada para un próximo disco. Siempre hubo relación de mi obra con la música por razones temáticas o porque se ocupan de mí los músicos —como ahora Juan Vara con Noche más allá de la noche— por el sentido musical que tiene mi poesía, por ese lado órfico que tiene.

–¿Cuándo descubrió que era poeta?

–Hay dos momentos, el de la adolescencia, cuando uno nace a muchas cosas, entre otras a la literatura, y hay un segundo momento más complejo, en el que la vocación se tornó casi profesión y hubo que poner toda la carne en el asador.

–¿Vicente Aleixandre le dio un empujón?

–Sí, Aleixandre fue uno de mis maestros, junto con María Zambrano. Cuando llegué a Madrid a los 18 años, Aleixandre fue la persona que leía mis poemas, me daba consejos. Y María Zambrano me influyó mucho en el terreno del pensamiento.

–¿Usted para quién escribe?

–Yo distingo entre la creación literaria y el mundo literario. El primer impulso es interior, reservado, es esa escritura que hacemos en casa, en soledad, con serenidad; eso es lo primero y lo más importante.

–¿La poesía para sí mismo?

–Últimamente, pienso que escribimos para realizarnos. La escritura, y en concreto la poesía, es muchas cosas: una forma de ser y de estar en el mundo, una búsqueda de la plenitud del ser y una forma de realizarnos y esto es así porque yo no separo la poesía de la vida.

–¿Tiene hoy alguna vigencia la frase de Hölderlin, ´¿para qué poetas en tiempos de desastre?´.

–Es una pregunta dura pero yo creo que en los tiempos de crisis, de dificultad, es necesaria la poesía, es la razón última. Cuando nos faltan las razones y no nos sirve el lenguaje político, económico o social, siempre citamos a un poeta o un pasaje bíblico.La poesía es esa razón última y hay quien dice que donde termina el pensamiento comienza la poesía. La poesía es algo más que un género literario: es un medio de conocimiento. El poema ideal es aquel en el cual el poeta siente y piensa a la vez. En el poema hay también meditación, reflexión, no sólo sentimientos. El poeta empieza siendo muy sentimental y cada vez pone más meditación.

–¿El mejor poema es el que no hay que explicar?

–En Europa tendemos a tener un concepto muy intelectual de la poesía, cuando la literatura puede sanar, al que la escribe y al que la lee. Hay una literatura que nace de la crisis, del malditismo, del exceso. En mi caso, yo busco ahora la palabra que sane.

–¿Se escribe desde el malestar?

–Muchas veces, sí, pero también se escribe desde la serenidad. A menudo nos preguntan a los poetas por la inspiración, yo prefiero hablar de estado de ánimo, un estado de ánimo especial que últimamente es de plenitud.

–¿Se siente deudor de Machado y Juan Ramón?

–Fueron dos poetas básicos en mi adolescencia, pero yo le debo mucho a los poetas grecolatinos y a los del mundo mediterráneo: Dante, Paul Valery, Seferis, Quasimodo, hasta poetas como Aleixandre. También poetas de América como Octavio Paz o Pablo Neruda, a Hörderlin y Novalis, y también a la poesía y el pensamiento oriental. Tengo un libro, La simiente enterrada, un viaje a China, en donde le di forma a todas estas obsesiones por el mundo oriental.

–¿El taoísmo?

–El taoísmo, sobre todo. En el taoísmo están las raíces de las místicas universales, y también ha habido en mi obra un diálogo con lo mistérico o lo sagrado. Toda la realidad es sagrada cuando el ser humano está en armonía con el mundo en equilibrio.

–Tuvo una etapa metafísica, ¿qué evolución siguió?

–Tuve tres grandes etapas: una más emocional, que coincide con mi estancia en Italia, y la obra Sepulcro en Tarquinia; una segunda etapa más metafísica, más reflexiva, que se abre con Astrolabio, del que sale Noche más allá de la noche, y una tercera más humanista y más sencilla, de vuelta a la realidad, al ser humano, a los temas vivos.

–¿Reniega de los Novísimos?

–Yo coincidí con los Novísimos en la necesidad que hubo de una nueva sensibilidad, un nuevo lenguaje, pero hasta ahí, de hecho la crítica habló de mí como de un ´novísimo heterodoxo´ y de ´un novísimo independiente´.

–¿Lo de ellos es arte por el arte?

–Para mí la cultura no es sólo escribir un poema sobre un cuadro o una película. Debajo de la cultura tiene que haber vida. La cultura no puede quedarse en artificio, sino que siempre tiene que estar la experiencia vital debajo. Ellos criticaron mucho la figura de Antonio Machado, que para mí es un autor primordial que creo que se ha leído mal: hay un Machado órfico muy interesante, simbolista.

–¿Qué poetas vivos le gustan?

–Después de la generación de los Novísimos, Blanca Andreu, Julio Llamazares, que considero que es un poeta antes que un novelista; José Luis Puerto, Alejandro López Andrade, Sánchez Rosillo... Entre los gallegos, también, Ramiro Fonte, que murió hace poco; Xavier Seoane y César Antonio Molina. Desde hace cinco o seis años hay un cambio de estética, se ha dejado de lado el poema fotográfico en blanco y negro, muy simple, que ya habían hecho los poetas de los cincuenta.