-¿Dice que acaba de llegar de Canadá?

-Sí, vengo del World Master Athetic y allí he hecho pentatlón: he saltado vallas, longitud, altura, he tirado peso y he corrido mil metros. Y luego fui a Estados Unidos para hacer un gran reportaje del Arnold Sport Festival de Columbus, Ohio, porque hay alguna posibilidad de que se celebre un año en España.

-¿Pero usted está en edad de acudir a esas competiciones?

-Esa es la gran maldad de la sociedad, que elimina a la gente a partir de los 60 años. Cuando yo nací nadie pensaba en hacer deporte a los 70 porque nadie llegaba pero ahora los 70 pueden ser una tercera etapa tan interesante como las anteriores. Los españoles vivimos más pero no mejor. Hasta los propios médicos te dicen, '¿cómo no vas a tener dolores a los 60?, si no te duele algo a los 60 es que estás muerto'. ¿Por qué? Es que aquí hay una falta de cultura ya no del deporte, de la salud. Todo programa educativo debería incluir deporte diario hasta los 14 años, para adquirir hábitos sanos y prepararnos para una sociedad más longeva pero más sana y feliz. Es un estilo de vida: ejercicio, alimentación y dormir nueve horas. Eso nos lleva a los cien en perfectas condiciones, yo lo sigo y me he puesto caducidad en 2043, que es cuando cumpliré 105 años.

-¿Qué edad representa?

-Mi edad fisiológica es unos quince menos que la cronológica.

-Está hecho un pipiolo, vamos.

-Salto pértiga y espero este año batir el récord del mundo de la categoría 70-75 años, que está en 3.31 metros. Llevo tres años entrenando para esa prueba, que es tan difícil, porque cuando te ves colgado, cabeza abajo, allá arriba y con 70 años...

-Ya se rompió la cabeza en una ocasión.

-Sí, y estuve entrenando con casco hasta quitarme los terrores. Me solté estando arriba. Yo he tenido accidentes, pero nunca enfermedades, y eso es una gozada.

-¿Usted tiene la misma tableta que Aznar?

-(Carcajada). Él es un fantasma. Ya le digo, 'a ver qué músculo vas a enseñar el próximo verano' porque lo del año pasado fue una maravilla. Él era una ruina, hace doce años corríamos diez minutos y se moría. Ahora está bien porque entrena a diario esté donde esté.

-¿Cuánto corre usted al día?

-El presidente (sic) corre mucho y yo ahora voy en bicicleta porque al ritmo que va ya no le sigo. Yo hago unas dos horas de entrenamiento al día pero mezclando trabajo aeróbico, que puede ser correr, bicicleta o nadar, y un trabajo de fuerza para mantener la musculatura, con pesas, fondos o abdominales.

-Pero no ha dicho si tiene la tableta de Aznar.

-No, no. Yo puedo tener los abdominales más fuertes que él pero para que se marquen tienes que tener un porcentaje pequeño de grasa. Yo tengo un buen abdominal pero no la fantasmada de este verano de mi preparador físico.

-¿Con 56 años y 65 kilos de peso se pueden hacer más de 2.000 abdominales diarios?

-En navidades le dije: 'Presidente, mañana hacemos el día del abdominal'. Nos propusimos hacer 3.000 y al final fueron 3.012. Y dos días después me dijo: 'Te hice trampa, fueron 3.013'.

-¿Esa tableta es sexy?

-Es salud. Esa tableta está protegiendo la espalda y evita las miserias que nos vienen con la edad. Todo el mundo está hecho una ruina, no hay más que ver cómo anda.

-¿Cuál es la edad biológica de Aznar?

-También, unos 15 menos.

-¿Ana Botella sigue su ritmo?

-No, es más blandita. De vez en cuando hace algo, pero no, no. Es que este hombre es un monstruo de disciplina. Pos eso es mi entrenador. Yo tengo tres entrenadores: Jesús Carballo, que es mi preparador de acrobacias, y otro que me asiste en la pértiga.

-¿Es cierto que Aznar hace diez kilómetros en cinco minutos?

-Eso sería más que el récord del mundo. Hace un kilómetro en cinco minutos, pero no todos, aunque tiene un ritmo casi de atleta.

-¿Siguen entrenando a las siete de la mañana?

-No, ahora, a las nueve, como los ricos.

-¿Entrena dos veces al día?

-Normalmente, una, aunque a veces, si por la mañana hicimos carrera, por la tarde hacemos pesas.

-¿Tiene un gimnasio en casa?

-Sí, con las cosas más normales: una espaldera, una barra para hacer pesas, una polea, unas colchonetas y un banco.

-¿Le llama Bernardo?

-Me llama Bernardo. Al principio me llamaba Bernardino pero luego me empezó a llamar Bernardo. Y al ejercicio más importante de abdominales, que es con una pesa de veinte kilos en las manos, le llama el lombardino. 'Bernardo, ¿hacemos unos lombardinos?'. Es por vicio; yo hago una serie de 50 y él, como es muy fantasma, las hace de cien.

-¿Será vigoréxico?

-No, lo que pasa es que es una persona que ha incorporado a su disciplina el ejercicio.

-¿Toman anabolizantes o esteroides para tener más músculo?

-No, lo que hay que tomar son suplementos alimenticios, con vitaminas y antioxidantes; son fundamentales contra los radicales libres.

-¿Cuánto le cobra?

-Nada. Un día nos encontramos y me saludó. 'Hombre, presidente, qué alegría, me conoce'. De chaval, con once años, venía a verme correr a la Universitaria con su padre cuando yo era un figura del atletismo. Luego, cuando en los años setenta fuimos campeones de balonmano con el Atlético de Madrid, también me siguió. Otro día, volvimos a coincidir y me pidió que lo entrenara. Yo le puse la condición de que fuese con continuidad y no sólo para la foto. Empezamos y hasta aquí hemos llegado.

-¿Seguro que no le cobra?

-No, y a partir de entonces venían a investigar si yo estaba en la nómina de la Moncloa. Ahora, tendría que pagarle yo a él.

-¿Qué beneficios le reportó?

-Económicos, ninguno. Cuando llegó Zapatero me quitaron los dos programas de televisión de promoción del deporte que tenía desde la época de Felipe González.

-¿Ve a Zapatero en forma?

-(Carcajada) Ahora dicen que corre algo. Un día, en un acto, me presenté y me miró con ojos de loco señalándome con el dedo. 'Te conozco muy bien'. Estaba mosqueado porque en una entrevista había dicho que era 'una ruina física'. ¡Oye, y lo tenía clavado!

-¿Otros políticos en forma?

-Zaplana. Esperanza (Aguirre) hace a las seis de la mañana sus entrenamientos. A Francisco Camps también se le nota. Ibarretxe tiene una disciplina. Y del Gobierno actual, Miguel Sebastián y Alfredo Pérez-Rubalcaba , que se le nota que hizo atletismo.

-¿Nació en Ribas de Sil y luego su familia abandonó Galicia?

-Sí, nos fuimos a Irún, porque destinaron allí a mi padre, que era ferroviario, pero yo, con los años, cada vez me enamoro más de esa zona. Los Lombao somos de cerca de Lugo, donde todos son lombaos, porque mi padre eran 18 hermanos. Y los Sotuela, mi madre, eran de Quiroga y diez hermanos. Mi madre se murió con más de 90 años y siempre nos hablaba en gallego. Allí solemos ir allí a una casa rural de vez en cuando con mis cinco hijos.