Yo podría decir que soy una persona diferente después de haber vivido esta experiencia con los indígenas, aunque algo de esa vivencia pueda resultar incómodo de contar en un contexto que nosotros llamamos civilizado. El antropólogo coruñés Miguel Carid -investigador del CNPO, el CSIC brasileño- remontó la Amazonia para convivir durante un año con la etnia de los Yaminawa, a cuatro días de viaje por río del enclave civilizado más próximo, y dar testimonio científico de un mundo en riesgo de extinción.

"Es muy difícil hoy en día tener acceso a grupos de indígenas que no hayan tenido ningún contacto. Aunque nosotros no los veamos, ellos nos están viendo. Las relaciones en un primer contacto siempre oscilan entre dos puntos extremos: o el contacto es amistoso y se pasa a un intercambio de objetos y alimentos o el contacto es violento sin más diálogos. Algunos de los pueblos más salvajes, que aquí llaman indio bravo, sin contacto permanente con gente digamos civilizada, merodeaban por la región en la que yo trabajé. A veces se escuchaban ruidos en la aldea y se creía que podían ser ellos, había la idea de que estaban merodeando y daba un poco de temor no saber qué podría pasar si realmente hiciesen aparición", cuenta Miguel Carid desde Curitiba, donde ocupa una plaza de profesor e investigador de Antropología Social en la Universidad Federal de Paraná.

El experimento amazónico de Miguel Carid fue apoyado por las universidades brasileña y peruana y por la Unión Europea, pero para llevarlo a cabo era preciso algo más que conocimiento académico. Uno tiene que plantearse si está capacitado para afrontar esa experiencia al límite. "Hay gente que no lo soporta y abandona a mitad de camino-revela Miguel-. Por la dureza del trabajo o por las enfermedades. Hay bastantes etnólogos que cogieron hasta ocho malarias. Yo cogí sólo una. Hace poco hablaba con uno que me preguntaba si pensaba volver. Le dije que sí. Él me dijo que se lo estaba pensando, por motivos de salud. Normalmente, en este tipo de experiencias, incluso en las zonas más aisladas, suele haber un sistema de radio. Pero cuando estuve con los Yaminawa se estropeó y me pasé meses sin contacto. En una etapa en la que me encontraba ya muy deteriorado la fiebre me pasó de 41 grados. Hubo un momento en el que me encontraba tan debilitado que sólo me concentraba en respirar. Hay dos tipos de malaria: Vivax-más leve-y Falsiparum , que puede provocar coma cerebral. Tuve la suerte de haber contraído la más benigna y lo fui superando. Durante un trabajo de campo anterior, en la región amazónica de El Acre, me encontraba por la tarde jugando con un muchacho que a las 8 de la mañana estaba muerto".

Todos los mitos de los indios amazónicos giran alrededor de los animales. Miguel Carid aprovechó su estancia con los Yaminawa para recoger una colección de narraciones tradicionales. "Los animales comparten para ellos la noción de espíritu o alma. La relación con ese mundo espiritual está muy pautada en la posibilidad de que los animales pueden transformarse en personas. El jaguar y la boa son los dos animales que están dotados de un poder chamánico especial. La boa, más que la anaconda, porque tiene unos diseños más coloridos. La boa es usada por ejemplo en los rituales de iniciación, que suponen ingerir sustancias de la boa, y en los de agresión chamánica en los que digamos que uno de los aspectos fundamentales es expulsar el alma de otra persona, para lo que ponen una boa a cantar sobre los restos de la persona a la que se quiere agredir. Capturan y golpean a la boa y su sonido es interpretado como el canto del animal y eso tiene un efecto sobre el espíritu de la persona a la que quieres hacer daño. Yo he asistido a algunos rituales, aunque no a los de agresión, porque es parte del mundo secreto. Sí asistí a curas chamánicas, en las que utilizan una bebida alucinógena llamada ayahuasca".

Pese al sufrimiento y los peligros pasados, Miguel Carid tiene la intención de repetir la experiencia. "Se aprende mucho. Tal vez el hombre occidental tiene una cierta prepotencia, tendemos a examinarlo todo a través del avance tecnológico. La supervivencia de este mundo indígena está amenazada y yo estoy implicado en esos temas, como antropólogo y como persona".