-¿Qué le pasa con Santiago?

-Lo que yo tengo con Santiago es un romance, un amor imposible. Es una ciudad en la que me habría gustado nacer, o ejercer mi carrera periodística o venir a morir. Me encanta por los cuatro costados y ahora he tenido la oportunidad de novelarla. Ha sido un verdadero placer, lo he pasado fenomenal perdiéndome en sus plazas, en sus calles y en sus esquinas.

-¿Es un amor literario?

-Es un amor literario pero también un amor muy real. Es una ciudad a la que mi familia me traía desde niña. Una vez al año había que venir a dar un abrazo al Apóstol. Creo que tenía ese poso de la infancia en algún lugar del cerebro.

-¿Algunas referencias de escritores?

-Las referencias gallegas que yo tengo son más bien contemporáneas, desde Manuel Rivas, hasta Marta Rivera de la Cruz, pero mis raíces están en Galicia: aquí nació mi padre, mis abuelos, mis bisabuelos...

-¿Es nostalgia?

-Hay una nostalgia y se refleja en Encuentros en Bonaval. La novela plasma la infancia que me hubiera gustado vivir, en una aldea, y la adolescencia que me hubiera gustado disfrutar, en Santiago.

-La protagonista es Mariana, una chica que sueña con ser periodista en Santiago.

-La verdadera protagonista yo creo que es la ciudad de Santiago. Mariana es la adolescente que transita por sus calles y que aspira a ser periodista porque está genéticamente preparada para ello, su padre es también periodista, ejerce en Santiago y corre por sus venas esa pasión por contar historias.

-Como en su caso.

-Efectivamente. Yo sé que muchos encontrarán en la novela algunos rasgos autobiográficos, aunque no era mi pretensión.

-Sitúa la historia a principios de la transición política, época en la que despuntó su padre.

-Más que plasmar tintes autobiográficos quise recuperar la memoria de un oficio, que es el mío, en una época que no pude vivir .

-¿En qué se diferencia el periodismo que se hacía en aquellos años y el que se hace ahora?

-Yo creo que entonces se hacía un periodismo más puro, menos vertiginoso, donde lo importante no era ser el primero, como ahora, sino ser el mejor; donde los medios de comunicación valoraban la excelencia. Quizá estas cosas no deberían salir de mi boca porque yo nací en un periodismo más tecnologizado, pero cuando hablas con periodistas de los años setenta y ochenta ves que recuerdan con cierta nostalgia el periodismo que se hacía entonces, más sosegado; no sé si más riguroso o no, pero no tenía nada que ver con el que se hace ahora.

-Periodistas y políticos inventaban juntos un país nuevo.

-No diría que no trabajan también juntos ahora. Yo creo que el periodismo aquel estaba rodeado de una bohemia que hoy no tiene. Antes, cuando se escribía en máquina de rodillo y había oficios como el de cortador de teletipos, tenía un halo romántico que se perdió.

-Los de ahora no parecen buenos tiempos para el periodismo.

-Tendrá que haber una reconversión hacia la calidad, aunque sea en otros soportes. Asistimos a una gran revolución pero siempre habrá alguien que cuente historias.

-¿Es complicado ser periodista cuando se es hija de periodista y hermana de periodista?

-Es complicado cuando empiezas, todos te miran con lupa por el apellido. El puente te lo puede dar el apellido pero luego eres tú quien lo tienes que pasar. Y es un lujo tener una hermana periodista, compartimos experiencias y nos consultamos constantemente.

-Llegaron a hacer lo mismo: las dos cubrían tribunales para sus respectivas cadenas de televisión.

-Para más inri. Coincidimos durante ocho años en la Audiencia Nacional y cada mañana desayunábamos un café juntas, visitábamos a los jueces juntas y nos ayudábamos a redactar las noticias, siempre respetando la orientación de cada cadena: ella estaba en TVE y yo estaba entonces en Cuatro. Compartimos unos años fantásticos.

-¿La suspensión de Garzón?

-Si así lo ha decidido el Consejo General del Poder Judicial debemos respetarlo. El juez Garzón tiene manera de defenderse y espero que lo haga desde el banquillo de los acusados cuando sea el juicio en el Tribunal Supremo.

-Usted casi no había nacido cuando el célebre 'quiero prometer y prometo' del discurso de Suárez que le hizo su padre.

-Yo era un bebé. Constituye un momento de su vida profesional de la que me siento muy orgullosa.

-Ahora lo vemos publicitando un banco gallego, ¿cree que dará crédito al mundo financiero?

-Lo eligieron por tener una imagen de credibilidad. Le dije, 'si llegas a haber fichado por el Santander, como Alonso, te jubilas'. 'Ah, ya, pero no es gallego', contestó.

-Santiago, escenario de su novela, y también de su boda, con don Felipe y doña Letizia.

-Sí (risas). Al final, lo que queda es la amistad. Por encima de todo (trabajaron juntas en CNN Plus).

-¿La Princesa sigue en contacto con sus antiguos compañeros?

-Si, seguimos en contacto.