Un tren Talgo salió de Madrid a las 14.31 de un 14 de julio de hace 60 años con destino a Irún, donde llegaría seis horas y media más tarde, con lo que cumplió así su primer servicio comercial, que costó a cada pasajero 400 pesetas de la época. La frecuencia era de cuatro trenes semanales. Con este viaje inaugural se cerraba más de una década de investigaciones y pruebas realizadas por el ingeniero Alejandro Goicoechea, que contó con el apoyo de José María de Oriol, un empresario de Bilbao amante del transporte ferroviario y del riesgo.

Esta primera composición de un Talgo, Virgen de Lourdes (en la foto), era una auténtica revolución dentro del mundo del ferrocarril. Hasta entonces nadie se había atrevido a colocar ruedas independientes en los ejes guiados sobre la vía o una altura más baja de la locomotora, lo que permitía rebajar el centro de gravedad. También era una novedad articular el acoplamiento de los coches, con lo que se ganaba en confort y seguridad.

Antes de que el Talgo realizara su primer viaje comercial, Francisco Franco, jefe del estado, lo inauguró el 2 de marzo de 1950 con un viaje Madrid-Valladolid.

Este tren alcanzaba una velocidad de 120 kilómetros a la hora y fue el primero de una serie de vehículos de rueda libre, guiados sobre la vía, creados por Patentes Talgo, empresa constituida en 1942 por Alejandro Goicoechea y José Luis de Oriol. Sucedió al Talgo I, un prototipo que no realizó viajes comerciales.

En octubre de 1942 comenzaron las pruebas del Talgo I entre Madrid y Guadalajara, en las que se llegó a circular a 115 km/h. En enero de 1944 el Talgo I alcanzó los 135 km/h en la bajada de La Cañada, en la Línea General del Norte o Imperial en la provincia de Ávila.

Estados Unidos

El Talgo II, que estuvo en explotación hasta principios de 1970 y que ha ido evolucionando en otras series, se fabricó en Estados Unidos porque en España aún no existía la tecnología necesaria y fue trasladado después en barco. Este primer Talgo supuso una revolución para su época, según destaca la empresa ferroviaria, ya que "no se entendía entre las altas esferas técnicas" por su ligereza (550 kilos de peso por metro de tren, unos 3.500 kilos por eje) y su confort, puesto que incluso incluía aire acondicionado, algo desconocido entonces en España.

También constituyó un hito en cuanto a rapidez, ya que alcanzó en pruebas los 135 kilómetros por hora, una "velocidad insospechada para la época", según recuerda Talgo.

La compañía subraya que, 60 años después, la tecnología de rueda libre (trenes ligeros, guiados sobre la vía, no por la vía) "sigue viva", no sólo en el nombre de la empresa (Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol), sino en las universidades.

En su opinión, este tipo de trenes "ha demostrado eficacia y ahorro energético", gracias a que "permite mantener la ligereza, la calidad de marcha, la seguridad y el confort para los viajeros en los vehículos ferroviarios".

Patentes Talgo asegura que, tras fabricar varias generaciones de sus trenes, mantiene su vocación por la innovación y por aplicar las tecnologías más avanzadas en el desarrollo de sus vehículos.

Los últimos desarrollos del fabricante ferroviario son el AVE, que ya circula por líneas de Alta Velocidad españolas, y el Avril, un tren híbrido, con tracción tanto diésel como eléctrica, que le permitirá circular indistintamente por líneas AVE y convencionales, electrificadas o no, a velocidades máximas de hasta 250 kilómetros por hora.