Capitán Trueno y el Santo Grial es de esas películas donde es tan importante la acción como el texto, si no más", explica Sergio Peris-Mencheta (Madrid, 1975), que encarna el papel del protagonista del popular cómic creado en 1956 por Víctor Mora y ha rodado este verano a las órdenes de Antonio Hernández. Su apellido remite a la historia del periodismo español. Su pariente Francisco Peris-Mencheta dio nombre a la agencia de noticias Mencheta y fue el fundador del diario El noticiero universal.

-¿Qué tal es la piel del capitán Trueno ¿Brilla o han tenido que quitarle mucha caspa?

-No diría caspa. El capitán Trueno de los años 50 no es el que vamos a hacer ahora. Si yo fuera vestido como Trueno en el cómic parecería que iba con pijama. Pero la esencia permanece. Es un cruzado español políticamente incorrecto porque en los tiempos que corren no se puede ser un cruzado, pero todo está muy bien adaptado. El guión no es casposo.

-¿Su Trueno no va a ser un martillo de infieles?

-Un cruzado era en su día un ecologista moderno, en el sentido de que estaba plenamente convencido de que debía llevar la palabra del Señor allende los mares, igual que hoy lo estamos de que hay que salvar el planeta. Trueno es un cruzado y es algo que no te puedes saltar, pero el giro que le dan en el guión es de las cosas más conseguidas.

-A ver si los nostálgicos de la educación en tiempos de Franco se van a llevar un chasco...

-Algo importante es que el director es un hijo de Trueno. Lo que ha hecho ha sido reescribir con Pau Vergara el Trueno del siglo XXI, no el de 1956, porque sería un desastre.

-¿Usted conocía a Trueno o lo ha descubierto ahora?

-Tenía un entrenador de rugby que cuando cogía el balón y empezaba a correr sin mirar decía si me creía el capitán Trueno. Esa es la imagen que tenía. Sabía quien era, pero no había leído ningún cómic. Entre otras cosas, porque estudié en un colegio francés y era de Asterix.

-¿Recordará a Batman, Spiderman o Superman?

-Tiene algo de Han Solo y de Luke Skywalker, también de Indiana Jones, pero Trueno es un un caballero e Indiana es un pendenciero y un ladrón. Diría que es un Indiana porque es humano e inteligente, pero con la nobleza de Superman.

-Banderas dice que Los Ángeles es la ciudad más dura que conoce. ¿Lo comparte?

-No. Es verdad que en Los Ángeles o conoces gente o te mueres de asco, pero es una ciudad maravillosa y para los que somos actores es donde nace todo. Le cuento una anécdota: se me ocurrió meterme en un foro de internet y me horrorizó lo que decían de mí en unos comentarios; se lo conté a Javier Bardem y me dijo una frase de Banderas, que la gran diferencia entre EEUU y España es que allí no perdonan a los perdedores y aquí no perdonamos a los ganadores. Lo importante es que capitán Trueno soy yo a pesar de los que opinen en contra.

-¿Bardem es el ejemplo?

-Igual que lo fue Banderas para él. Cuajar en EEUU es muy difícil. Me gustaría, pero no me quita el sueño. Javier se la ha jugado mucho. Ha podido decir dos veces no a Spielberg sabiendo que no se le acababa el pan, cosa que yo no puedo hacer, porque no tengo sus premios ni su talento. Javier es una utopía más que un referente.

-Seguro que le han comentado el parecido físico con él...

-Creo que no nos parecemos nada; ni siquiera en el carácter. Pero es verdad que estaríamos físicamente dentro del mismo fenotipo de actor. Además hemos jugado al rugby en el mismo equipo y hay algo de infancia similar.

-Una lástima que Trueno se haya quedado sin Elsa Pataky, el sex-symbol español, ¿no?

-Es una pena, porque es buena amiga y de las personas que más luchó para que yo sea Trueno, porque lo he sido varias veces y lo he dejado de ser otras tantas.

-A Pataky la conoció en Al salir de clase...

-Me sirvió una Coca-Cola y a la semana se había ido. La conocí mejor en El arte de morir. Cuando no tengo donde caerme muerto en EEUU voy a su casa.

-¿Definiría Capitán Trueno como una película comercial?

-Mejor como una película para todos los públicos, para el niño de cada uno de nosotros.

-¿Le molesta el calificativo de comercial?

-Estamos en un mundo donde todo lo que tiene que ver con el dinero es peyorativo. La palabra comercial no me gusta, pero si es sinónimo de que el cine goza de buena salud, ¡viva lo comercial!

-¿Hay exceso de cine de autor en España o está cambiando?

-En Francia sí, pero aquí creo que gracias al cine de autor de los últimos años ha habido una gran escuela. León de Aranoa, Mariano Barroso o Salvador García Ruiz han hecho que el cine español se tome más en serio, porque el cine de autor es el que nos da caché artístico. Pero en general nuestro cine es adolescente: tiene mucho que aprender, pero le sobra energía. No nos la castremos, que es nuestro mal endémico.

-¿Con qué director sueña trabajar?

-Con Antonio Hernández. No se ría. No es porque me dirija ahora. Me cuesta confiar en la autoridad, porque soy un sabelotodo, y en Los Borgia me dio una lección de humildad, de que no hace falta gritar.

-¿Y de aquí a dónde?

-He cerrado las puertas a todo lo de fuera. Hay posibilidad de abrir un camino en EEUU, pero no tengo prisa, porque hace tiempo que no trabajo en España. Lo debí hacer muy mal en Los Borgia porque me dejaron de llamar. De repente me dan otra oportunidad en el país donde quiero vivir y estoy obcecado con hacer un buen trabajo. Trueno es mi vida a corto, medio y largo plazo. Esperemos que sea el inicio de una gran franquicia... comercial (ríe).