Georges Prêtre (Waziers, Francia, 1924), amigo de la conversación, va recibiendo elogios por la calle por su excelente concierto de la noche del sábado en Vigo. En la tarde de ayer, llegaba a París para permanecer una semana en casa con la familia e inmediatamente empaquetar la maleta rumbo a Milán, a la Scalla.

-¿Un director de orquesta debe ser psicólogo?

-Ah, sí. Al principio yo no tenía nada de psicología. Yo, simplemente, atacaba. Después, me convertí en un psicólogo de la vida. ¿Sabe qué cosa aprendí? Que hay que aprender a confiar, hace falta que los músicos se sientan estimados. Si les das confianza, después puedes hacer lo que quieras. Se puede nacer con talento pero el resto se aprende con la vida, con el paso del tiempo.

-¿Cuando era niño se imaginaba director de orquesta?

-No. Cuando era un niño, pensaba que iba a ser compositor. Pero el azar hizo que me convirtiese en director de orquesta (?) Yo nunca quise ser director. Me gusta la faceta artística de la música pero no la administrativa.

-Si no hubiera trabajado en la Ópera Cómica en París, ¿sería el director que hoy en día es?

-Nosotros tenemos un camino que hacer. Yo comencé en Marsella y aprendí el oficio en la Provenza francesa, donde fui familiarizándome con el repertorio de la ópera. Trabajé mucho en Francia hasta que empecé mi carrera internacional en la Metropolitan de Nueva York, en Italia, Francia, Austria? Amo la ópera; me encantan los artistas que actúan en ella pero creo que durante años he sacrificado mi familia por ella.

-Y tras esa entrega, ¿qué significa la familia para usted?

-Mi familia lo es todo. Mi esposa era la hija del director de la Orquesta de Marsella donde empecé. Ella era artista y se sacrificó por nosotros. Tengo una hija que se dedica a la Filosofía y otro hijo que toca el piano mejor que yo y que es mi manager.

-Volviendo a la ópera. Es obligado preguntarle por María Callas.

-Maria Callas era muy sencilla. Un día que tenía que actuar en Roma, se puso muy enferma y anunció que no podía cantar. Los periodistas montaron un escándalo calificándola de caprichosa. Esas cosas le sentaban mal? ella era tan sencilla...

-En su larga carrera, ¿recuerda algún encontronazo en el escenario con alguien?

-No, nunca me ha pasado, porque primero ataco: o esa persona o yo. En todas las orquestas del mundo, hay dos o tres ovejas negras. Antes, sí, los atacaba pero con los años aprendí que hace falta obviarlos. Hay que olvidar a esa gente para tener en cuenta a los otros grandes artistas de la orquesta.

-Usted sonríe continuamente. Estoy recordando el film Los chicos del coro con un director sonriendo ante la orquesta tras acabar de recibir la noticia de la muerte de su madre.

-La música nos consuela, incluso cuando estamos tristes. Por desgracia, no ocurre lo mismo con la política y el fútbol.