–El pasado 2 de mayo el mundo entero se sorprendía con la noticia de la muerte de Bin Laden, el mundo entero ¿menos usted?

–Yo fui el más sorprendido de todos. No tengo una bola mágica. En la novela, por la propia trama, me interesaba que hubiera un sucesor de Bin Laden al frente de Al Qaeda.

–¿Justo en 2011?

–Es verdad, es curioso. El libro lo escribí en 2008 y la trama principal discurre en 2011. Cuando lo revisé, eliminé las cosas menos verosímiles, sin embargo ésta siguió ahí, no sé por qué.

–En estos momentos Al Qaeda busca sucesor. ¿Será aun peor, como el suyo?

–Yo planteo para la nueva Al Qaeda unos malos muy malos, al estilo de los de James Bond, un líder que está escondido y maneja los hilos desde un país oculto.

–El terrorismo islamista está presente pero no es el objeto central de El manuscrito de Avicena, que trata de una búsqueda universal.

–Exactamente. Es un modelo típico de novela al estilo Odisea: alguien busca algo y encuentra oposición. En realidad, hay dos búsquedas, la del propio manuscrito y la de los personajes de sí mismos, un viaje interior. Todas las civilizaciones han tenido su búsqueda, la piedra filosofal, el Santo Grial o la fuente de la eterna juventud.

–Avicena constituye el origen de todo y en nuestro tiempo el que busca el manuscrito es un médico igual que él. –Sí, hay un paralelismo entre Avicena y Simón Salvatierra, casi se podría decir que son la misma persona con dos nombres distintos.

–¿Y quién mejor que un español podría entender la fusión entre Oriente y Occidente? Usted nació en Ceuta.

–Sí, la cultura árabe está muy presente en nuestra cultura del último milenio, en el lenguaje, la arquitectura, el arte. Por haber vivido en Ceuta, conozco bien Marruecos.

–Sin embargo, la trama acaba llevando a un pueblecito de Burgos. ¿Es Valdeande un lugar tan mágico como describe?

–Yo quería traer el final a España, busqué el lugar en internet y me encontré una web que hablaba de este pueblo, fui a verlo y caí rendido.

–Y se cumplió la segunda ´profecía´...

–Yo visité la iglesia pero no la torre. En la novela decidí que los personajes tampoco entrasen en ella destruyendo la escalera de acceso. Años después me enteré de que se había incendiado. Así sigue.

–¿Mezcla los géneros histórico y policíaco para huir de las etiquetas?

–Me gustaban los dos modelos. Los planos temporales, la novela histórica y la policíaca. Es como un puzle. O una paella.

–¿Y todo esto qué tiene que ver con el Ministerio de Fomento?

–Pues la primera idea fue hablar de las carreteras en el futuro. Y la primera parte es un viaje de Madrid a San Petersburgo.