Un centenar de investigadores de 19 nacionalidades distintas trabaja en el Laboratorio Ibérico de Nanotecnología, el principal proyecto científico de España y Portugal que fue puesto en marcha en 2009 con la ambición de estar en primera línea de esa especialidad. Tres años después de su inauguración, a la que asistió el rey don Juan Carlos, los príncipes de Asturias visitaron ayer el centro, ubicado en Braga, como muestra de su respaldo al proyecto.

El director de este centro pionero es el físico gallego José Rivas Rey, que está convencido de que el laboratorio saldrá adelante "pese a los efectos de la crisis económica sobre el mundo de la investigación".

El centro -que cuenta con 47.000 metros cuadrados- nació con la vocación de aplicar los avances de la investigación al mundo empresarial y explorar las muchas posibilidades de la nanotecnología, la ciencia de lo más pequeño, que se ha vuelto indispensable en la miniaturización de componentes y procesos industriales.

Sus avances se utilizan desde hace años en sectores tan variados como el farmacéutico o el alimentario y han permitido desde mejorar la conservación y el control de los alimentos hasta hacer más efectivas las cremas solares o más sofisticada la seguridad de las tarjetas de crédito, entre muchas otras aplicaciones.

El INL (las sigas oficiales del centro) se ha visto afectado por la crisis económica de España y Portugal desde su arranque, aunque en la cumbre ibérica celebrada este mes en Oporto, la primera en tres años, obtuvo de Madrid y Lisboa un compromiso de apoyo a sus presupuestos y su desarrollo.

Ahora está previsto que el Laboratorio funcione plenamente en el año 2015, un lustro más tarde de lo previsto inicialmente. En esa fecha debe contar con una plantilla de 400 personas.

Por el momento, el centro de Braga trabaja ya en más de una veintena de proyectos, todos ellos con el denominador común de manejar materiales de tamaño un millón de veces inferior al milímetro.

Las investigaciones se dividen en cuatro áreas: control alimentario y medioambiental; nanomedicina; manipulación molecular y nanoquímica; y nanoelectrónica. "Aunque estamos empezando, ya hay grupos de trabajo en marcha, como el que se dedica al área de biosensores, por ejemplo, cuya aplicación práctica es el censado de células tumorales", declara el director lucense.

Químicos, físicos, farmacéuticos e ingenieros de diferentes especialidades trabajan juntos en la institución, que en opinión de su director representa un "avance" en las relaciones de las dos naciones ibéricas. "Es la primera vez que España y Portugal se unen a nivel científico, en un mismo lugar, en busca de un objetivo común", subraya Rivas, quien recuerda que el INL cuenta con un estatuto internacional y no bilateral, tal y como tienen la Agencia Espacial Europea o el Centro Europeo de Física de Partículas.

Pero el hecho de depender de dos países diferentes hace "más compleja" su administración y supone "un problema que no es fácil de resolver", aunque para el catedrático gallego todo conforma un enorme reto que consigue "romper barreras".