-¿De dónde viene el título del álbum, Donde rugen los volcanes?

-Es algo que me cuenta un amigo en plena borrachera. Me dice que la manera de conectar la Tierra y el Sol, el stargate, es un volcán. Si quieres salir de este planeta y llegar al sol debes hacerlo a través de un volcán. De ahí sale el nombre.

-¿Se acordó al otro día?

-Sí, habitualmente hablamos de este tipo de cosas y habitualmente estamos borrachos (ríe).

-Dicen que las canciones de este álbum son frías y distantes.

-No lo he dicho yo, salió en una nota de prensa de uno de mis mánager y no corresponde a lo que quiero expresar. Ahora tengo que andar explicándolo como una boba. ¿A quién se le ocurre decir que son canciones frías y distantes?

-Entonces, ¿cómo son?

-Pues no lo sé, canciones electrónicas. Son como un libro de ciencia ficción. Sueltas un poco la imaginación y haces un disco con unas letras sobre lo que te apetece contar, sobre lo que te gusta imaginar, que están acompañadas por un universo sonoro propio. No tengo ni idea de qué más puedo decir, más allá de que es un disco electrónico.

-Siendo electrónico presentarlo en una discoteca es lógico.

-Lo hemos presentado en pubs, en garitos. No es un espectáculo para teatros. El otro día probamos en un teatro y estuvo muy bien, pero la gente se acabó levantando y bailando. No era el formato, no era lo suyo. Este disco no es ruido de masas ni bombo en negras todo el rato, se pretende otra cosa, pero hay momentos de baile.

-Durante la gira en algunos lugares hará también de DJ.

-Siempre pincho con alguien, una persona que técnicamente controla mil veces más que yo y que me ayuda. Pretendo que no se me vea mucho en la cabina, me preocupa más cuál es el estado de ánimo que queremos provocar con la sesión. Me gustaría pinchar con Óscar Monzón, un tipo que me ha dado muchas pautas para el álbum y que está metido en el techno. No soy una celebrity metida a DJ, me gustaría que eso quedara claro. Hace tiempo me ofrecían hacer de DJ cuatro veces por semana y nunca acepté. Jamás. Ahora lo hago porque el techno está entrando de forma importante en mi vida otra vez, porque hago música electrónica. No es que me dedique a no se sabe qué y algunas veces me pongo en la cabina con un vestido de no sé quién. No. Esa es una opción como otra cualquiera, pero lo hago porque me dedico es a esto, mi trabajo tiene que ver con estar detrás del ordenador y de las máquinas. Aunque procuro tocarlas lo menos posible.

-¿Y eso?

-Es que el techno me tumba, sinceramente. Es lo único que puede conmigo. Acaba derrotándome. Estos días estamos ensayando la próxima sesión de DJ, empezamos a meter potencia y acabo tumbada, noqueada en el suelo.

-¿Cansa más que el estudio o un día de rodaje?

-Hacer música es a lo que me dedico, rodar lo hago muy de vez en cuando.

-Lo de la "hipnosis patada", ¿es cosa suya o del mánager?

-No, eso es mío. La hipnosis-patada se provoca de forma más clara en una sesión de DJ, es intentar que la gente entre contigo en algo para, después, despertarla. Los tecnotranceros te llevan a ese estado.

-¿Cómo combina música y cine?

-Hoy en día es superfácil porque casi no hay cine. Te dedicas a la música y, si hay cine, haces música, música, música y uno, dos o tres meses, ruedas una película. Es muy sencillo. Me podría inventar una complicación, pero nunca ha existido. Hubo un momento en el que hacía películas con mucha promoción, porque lo que menos cuesta es rodar la película, lo que cuesta es la promoción, es lo que más tiempo te quita. Eso era lo que más me costaba entonces.

-¿La música está mejor que el cine en estos momentos?

-Puedo estar en el mundo de la música y vivir de ella. Creo que el cine está peor, aunque la música no creo que tampoco esté muy bien. Oigo a muchos compañeros decir que no lo están pasando bien. A mí no me toca tanto esta situación porque nunca dependí de ayuntamientos ni subvenciones. Noto la caída, claro, pero me mantengo en mi sitio particular, que nunca fue muy grande pero que nunca acaba de ser pequeño del todo. Es lo bueno que tiene mantenerse en un sitio así.

-Comenzó con el soul. ¿Cómo se pasa a la electrónica?

-Empecé como corista de una banda de soul. El cambio es muy fácil. Tienes 18 años, quieres cantar, cantas lo que has escuchado y estás harta de imitar a Aretha Franklin sobre todo porque tu timbre de voz no es el de Aretha Franklin, sino muchas octavas más bajo. Llega un momento en que piensas que te gustaría cantar con tu voz, probar un estilo en el que tu voz quepa, bajo, donde no tengas que falsear las notas. Encontré a una persona gracias a Carlos Subterfuge que estaba jugando ya con las bases y comencé a cantar con mi timbre. Ahí empezó todo. No estamos en América, estamos en España, y aquí, a no ser que salgas de Operación Triunfo, todo lo haces tú, con tus manitas.

-¿La Najwa Nimri que sube a un escenario es diferente de la que se pone delante de una cámara?

-Sí, y de la que pasa tiempo con su hijo y de la que está con su novio o con su abuela. Cambio en función de a quién tenga enfrente. Soy diferente todo el rato. Cada día tengo una careta nueva.