-¿Viene con Aires tropicales?

-Es una obra inédita que escribí hace años para quinteto de viento pero arreglada para cuarteto de cuerda y clarinete por Luis Rossi.

-¿Escribe ahora una ópera?

-Sí, es mi primera ópera, se llama Cecilio Valdés, el Rey de La Habana. Es una ópera tragicómica, agridulce, y termina en un bar gay de la Gran Vía de Madrid.

-En Madrid, donde usted decidió exiliarse, en 1980.

-Estaba de gira y me quedé a vivir seis meses. Dije 'ya no aguanto más'. Fue muy duro. Perdí la infancia de mi hijo y mi matrimonio. Todo tiene un precio. Y todavía hay gente aquí que pone un monumento o una calle a Che Guevara.

-¿Lo odia más que a Fidel?

-A los dos, pero aun más al Che porque es un extranjero de mierda que vino a hincharnos las pelotas a Cuba. Y resulta que lo idolatran en todas partes, ¡qué barbaridad!

-¿Usted no es extranjero en Nueva York?

-En Nueva York nadie es extranjero. Es un país de inmigrantes. Amo a los inmigrantes, pero el Che es un tipo que fue a meter sus narices donde no lo llamaron.

-¿Cómo se quedó en Cuba hasta los 32 años?

-No pude marcharme con mi madre, en 1968, porque había una ley que impedía tener papeles para salir hasta los 25 años.

-¿Sueña con volver?

-Claro, es mi país y me gustaría ir, pero no estando esa gente.

-¿Cree que le llegará ese día o va para largo?

-No lo sé. No he visto nunca caer una dictadura a base de intercambios culturales y turismo. Mientras sigan yendo los españoles, los canadienses y los italianos a llevar dólares eso no se acaba nunca.

-Ahora su música ya no está vetada allí.

-Hay tres cosas que funcionan bien en Cuba: el hospital de locos, la policía política y el departamento de propaganda, los goebels de allí, que han hecho creer a la gente que Raúl Castro es un reformista. ¡No ha reformado nada!

-¿No cree que hayan levantado el veto a una lista de los 50 artistas entre los que estaba usted?

-Esa lista no existe porque nunca se hizo. Todo el mundo sabe quién podía tocar y quién no. ¿Cómo van a quitar una cosa que nunca se puso? Todavía nadie ha oído una canción de Celia Cruz o un tema mío en la radio cubana.

-¿Simpatiza con algún movimiento opositor?

-Simpatizo con todos pero no pertenezco a ninguno, y a veces voy a reuniones de expresos políticos en mi barrio, donde viven muchos. Ni pertenezco a ningún partido, no soy ni liberal ni conservador.

-¿Votará a Obama o a Romney en las elecciones americanas?

-Todavía no lo he pensado. Es difícil. Los demócratas nos han traicionado siempre, desde el episodio de la bahía de Cochinos hasta hoy. Por otro lado, Obama tiene cosas que son apoyables. Lo que me preocupa de la política es que la gente vota más por un partido que por ayudar al país.

-¿Un exiliado es un huérfano?

-Sí, porque el huérfano nunca es completamente feliz, le falta un pedazo, y el exilio es un poco eso.

-¿En Cuba soñaba con ser músico en Nueva York?

-Ah, sí. Quizá lo heredé de mi mamá, que era una enamorada de Nueva York. Y mi papá tocó un disco de Benny Goodman, grabado en vivo, en 1938, en el Carnegy Hall, y yo, que tendría ocho años, me quedé loco. Me explicó que eso era Nueva York y me quedó grabado.

-Se olvidó de la música de Cuba y la descubrió después a orillas del Hudson.

-Absolutamente. Lidia Cabrera, una folclorista americana, se fue en 1929 a estudiar a París y escribió: 'Yo descubrí a Cuba a orillas del Sena'. Yo también descubrí a Cuba a orillas del río Hudson. A mí no me interesaba la música cubana en absoluto, podía tocarla y divertirme con una rumbita, pero...

-En la época de Irakere le censuraron Fiebre, una canción.

-Sí, tuvimos que llamarla 38 y medio. Fue el mismo militarote que vetó Anduriña, de Juan y Júnior, porque contaba que una niña se perdía y él dijo que eso en Cuba nunca podría pasar porque gracias a los Comités de Defensa de la Revolución la encontrarían. ¡Qué cosas!

-Mezcla lo que sea: jazz, clásica, música cubana.

-Desde niño. Mi papá era un saxofonista clásico, no tenía talento para improvisar pero le fascinaban los improvisadores. Ponía a Mozart tocado por Benny Goodman y después a Goodman con su orquesta de jazz y se creaba una confusión muy agradable para mí.

-Mi vida saxual. Ingenioso.

-Estábamos en el festival de cine de Miami con Cabrera Infante, Cachao y Andy García y conté un cuento y un amigo de Trueba, creo que fue, me dijo 'si lo escribes a la gente le encantaría leer tus aventuras saxuales'. Y Cabrera le puso ese título a mis memorias. Luego seguí con Ser o no ser, esa es la jodienda, que es un libro de viajes.

-Y publicó una novela.

-Una novela muy bonita que se llama Oh, La Habana, que es el título de una rumba, un canto a aquella ciudad que era tan linda y que ahora está destrozada.